“¿Qué demonios hace leyendo este libro escrito por una irresponsable como yo?”, cuestiona la autora en la agonía de su última página. En mi caso, fue la recomendación hecha por una amiga acerca de la existencia de dicho texto, que, según me comentó, poseía un estilo literario semejante al mío. ¿Será?, me pregunté, y la curiosidad me llevó a descubrirlo.
En su obra, de ritmo ágil y tono directo, en ocasiones reflexivo y con un toque de acidez (aunque quizás contradictorio en algunos argumentos), Isabella Santo Domingo describe su visión femenina —que no feminista, según advierte ella misma— de por qué les conviene a las mujeres modernas fingir incapacidad de utilidad e inteligencia para ganar la batalla a los hombres y ser mantenidas por ellos.
Sin embargo, aquí no es válida la queja o indignación del machista radical ni de la feminista consumada. Desde un inicio queda de manifiesto que si el lector no posee una gran dosis de tolerancia y sentido del humor, mejor sería alejar su vista del libro porque una pérdida de tiempo sería inminente. Así pues, con la sinceridad de la escritora por advertir lo que a continuación vendría, me dispuse a echar un vistazo a sus páginas.
El asunto es muy sencillo, al menos en palabras: dar a conocer los tips, consejos, reglas, requisitos, o llámele como quiera, para vivir casadas y mantenidas: “llevarse muy bien” con la suegra en turno; fingir no saber nada acerca de mecánica; jamás discutir temas deportivos; manifestar, mediante actos fallidos, ser enemiga de la cocina; así como también fingir sumisión y desconocimiento de cuanto tema sea posible… Los objetivos: hacerle creer al hombre que con su mamá debe pasar más tiempo (así ella puede ver la telenovela en casa); hacerse de los servicios de un chofer (pues la esposa no tiene ni idea de cómo cambiar una llanta ponchada); evitar ser anfitriona, y sirvienta, de los amigos invitados a ver el futbol en su casa; y comer únicamente en restaurantes donde, dicho sea de paso, le atienden sin que ella mueva un solo dedo.
Machismo por conveninecia se llama la nueva tendencia sugerida por Isabella, pero desde la trinchera femenina. “Lo que ellos no saben es que ninguna mujer es realmente bruta; nos hacemos las brutas, que es muy distinto”. Y así, tal vez ellas logren vivir aburridamente casadas pero felizmente mantenidas, a costa de doblegar un poco su orgullo y ofrecer una dosis de sumisión para hacerles creer que ellos son que mandan y lo pueden todo en el hogar.
Suena perverso, es cierto, pero si el nombre del libro que da título a este post tiene un sello de Best Seller tal vez sea porque más de una mujer, y no menos de un hombre, vea reflejada su vida en este mar de páginas.
¿Pero qué hay de aquellas féminas modernas que, a pesar de su éxito profesional, competentes (incluso más que un hombre), atrevidas e independientes, no encuentran un sitio sentimentalmente adecuado? ¿El feminismo radical, cuya bandera ondea a favor del todo rosa, ha conducido a un distanciamiento hacia el sexo masculino? ¿Será cuestión de compromiso, palabra que en ocasiones produce alergia?
Efectivamente, el verdadero mal del nuevo siglo no es el SIDA, sino la estabilidad emocional, como lo describe la autora. De ahí su invitación a buscar la propia individualidad para saber qué es lo que nos hace realmente felices y la manera de sacarle provecho a nuestra vida. “¿Qué pasaría si la verdadera inteligencia para convivir en pareja la asumiéramos como la habilidad de compartir y no la de competir?”, se pregunta… y nos pregunta.
Pero por hoy hasta aquí dejaré mi comentario acerca de este libro, no sin antes mencionar que en el futuro bloguero me referiré a un par de temas que en mayor medida alimentaron mi reflexión y fueron las responsables de algunos momentos de risa: la visión bíblica relacionada al actual acontecer sexual en los roles femenino y masculino, y los juguetes culpables que desde la infancia moldean socialmente la mentalidad de las personas.
Esta historia continuará…
En su obra, de ritmo ágil y tono directo, en ocasiones reflexivo y con un toque de acidez (aunque quizás contradictorio en algunos argumentos), Isabella Santo Domingo describe su visión femenina —que no feminista, según advierte ella misma— de por qué les conviene a las mujeres modernas fingir incapacidad de utilidad e inteligencia para ganar la batalla a los hombres y ser mantenidas por ellos.
Sin embargo, aquí no es válida la queja o indignación del machista radical ni de la feminista consumada. Desde un inicio queda de manifiesto que si el lector no posee una gran dosis de tolerancia y sentido del humor, mejor sería alejar su vista del libro porque una pérdida de tiempo sería inminente. Así pues, con la sinceridad de la escritora por advertir lo que a continuación vendría, me dispuse a echar un vistazo a sus páginas.
El asunto es muy sencillo, al menos en palabras: dar a conocer los tips, consejos, reglas, requisitos, o llámele como quiera, para vivir casadas y mantenidas: “llevarse muy bien” con la suegra en turno; fingir no saber nada acerca de mecánica; jamás discutir temas deportivos; manifestar, mediante actos fallidos, ser enemiga de la cocina; así como también fingir sumisión y desconocimiento de cuanto tema sea posible… Los objetivos: hacerle creer al hombre que con su mamá debe pasar más tiempo (así ella puede ver la telenovela en casa); hacerse de los servicios de un chofer (pues la esposa no tiene ni idea de cómo cambiar una llanta ponchada); evitar ser anfitriona, y sirvienta, de los amigos invitados a ver el futbol en su casa; y comer únicamente en restaurantes donde, dicho sea de paso, le atienden sin que ella mueva un solo dedo.
Machismo por conveninecia se llama la nueva tendencia sugerida por Isabella, pero desde la trinchera femenina. “Lo que ellos no saben es que ninguna mujer es realmente bruta; nos hacemos las brutas, que es muy distinto”. Y así, tal vez ellas logren vivir aburridamente casadas pero felizmente mantenidas, a costa de doblegar un poco su orgullo y ofrecer una dosis de sumisión para hacerles creer que ellos son que mandan y lo pueden todo en el hogar.
Suena perverso, es cierto, pero si el nombre del libro que da título a este post tiene un sello de Best Seller tal vez sea porque más de una mujer, y no menos de un hombre, vea reflejada su vida en este mar de páginas.
¿Pero qué hay de aquellas féminas modernas que, a pesar de su éxito profesional, competentes (incluso más que un hombre), atrevidas e independientes, no encuentran un sitio sentimentalmente adecuado? ¿El feminismo radical, cuya bandera ondea a favor del todo rosa, ha conducido a un distanciamiento hacia el sexo masculino? ¿Será cuestión de compromiso, palabra que en ocasiones produce alergia?
Efectivamente, el verdadero mal del nuevo siglo no es el SIDA, sino la estabilidad emocional, como lo describe la autora. De ahí su invitación a buscar la propia individualidad para saber qué es lo que nos hace realmente felices y la manera de sacarle provecho a nuestra vida. “¿Qué pasaría si la verdadera inteligencia para convivir en pareja la asumiéramos como la habilidad de compartir y no la de competir?”, se pregunta… y nos pregunta.
Pero por hoy hasta aquí dejaré mi comentario acerca de este libro, no sin antes mencionar que en el futuro bloguero me referiré a un par de temas que en mayor medida alimentaron mi reflexión y fueron las responsables de algunos momentos de risa: la visión bíblica relacionada al actual acontecer sexual en los roles femenino y masculino, y los juguetes culpables que desde la infancia moldean socialmente la mentalidad de las personas.
Esta historia continuará…
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