miércoles, 10 de marzo de 2010

Circo, maroma y política

Siempre lo he dicho y lo reitero: no existe mejor terapia contra el estrés que sentarse frente al televisor durante la trasmisión de cualquier noticiario donde aparezca uno o más políticos en escena. A lo anterior súmele un cómodo sillón, un refresco bien frío y un trozo de pizza recalentado, y así nos ahorramos la ida al cine en estos días donde el efectivo anda escaso.

Hoy no fue la excepción y comprobé mi teoría. Diez minutos bastaron para deleitarme con un show que por mucho ha rebasado a los Polivoces y la Carabina de Ambrosio. Resulta que los tricolores y los azules andan jugando al tú las traes con los supuestos papelitos firmados cual si fueran niños de primaria peleando en el recreo. Aunque pensándolo bien, sí son unos niños cualesquiera, pues hasta Pinocho se apareció en uno de sus lugares y varios le aplaudieron y rieron al verlo… esa es la estatura de nuestra clase política, ¿apoco no debemos estar orgullosos de ello?

Pero no le demos vueltas. Tanto circo no es de a gratis. Entre las habladas y pedradas lanzadas por personas de traje y alguna dama ataviada folklóricamente, el objetivo único es ver quién terminará sentado en la silla grande en un par de años. Y como cada cual tiene un pasado, y un presente, bastantes difíciles de explicar y comprender, pues la maña y la descalificación son los mejores argumentos de sus respectivas chisteras (de las propuestas verdaderas y convincentes mejor ni hablemos, esas ya se extinguieron junto con los dinosaurios).

Entonces que por favor alguien me explique, porque seguramente mis fórmulas, que a continuación detallo, son totalmente erróneas:

Azul + amarillo = echarle montón al tricolor para dejarlo quieto.

Naranja + verde + morado + resto de los colores + lo que se deje = muchos dulces robados al tricolor.

Autógrafo tricolor + firma azul (ambas en lo “oscurito”) = no te juntes con esa chusma (amarilla) porque echarme montón sería despedirme de la grande.

Y resulta que hasta al polígrafo y el debate público le entrarían para comprobar que dicen la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. ¿A quién le creeremos? ¿Al derechueco? ¿Al izquierdozo? ¿A ambos o a ninguno? A mí se me hace que mejor leo mi horóscopo de una revista de espectáculos, pues a estas alturas del partido tiene más credibilidad que las decadentes y caducas palabras de un grupo autodenominado representante de los mexicanos… más hollywoodense no podía ser.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...