martes, 10 de mayo de 2011

María

Ella vino de muy lejos y yo llegué algunos años después. Ella cuenta que sus días de infancia, aunque difíciles, tuvieron altas dosis de felicidad. Fue la segunda de sus hermanos y en la primaria no existía un solo ábaco que le hiciera competencia en las matemáticas. Jugaba con lo que tenía al alcance de sus manos, pero siempre con la imaginación por delante; saltaba, corría, bailaba y sus pasos abrazaban cada rincón de aquella tierra mágica que la vio nacer.

Pero los argumentos para vivir en ese poblado michoacano comenzaron a agotarse y la respuesta, al igual que la de muchos más, se llamaba Ciudad de México. Y así, aun con su voluntad en desacuerdo, el mapa de su vida la llevó hacia una dirección totalmente desconocida…

Ella cuenta que en su viaje hacia la gran urbe la acompañaba una maleta rebosante de nostalgias y dejó marcado el trayecto con sus lágrimas para, algún día, recordar el camino que la regresara a su terruño querido. Vivió y creció con la ciudad, aquella tan fascinante como misteriosa; quizá por eso se resguardó definitivamente en un rincón de su territorio, pues ambas compartían las mismas cualidades. Entonces su destino dio un vuelco cuando su mirada coincidió con otra y se convirtieron en una sola; el resultado, un par de personas más que le pusieron el número 4 definitivo a la familia.

Yo la conocí un 7 de noviembre y en ese momento, cuando me dio la bienvenida entre sus brazos, supe que había llegado al lugar correcto: la luz reflejada en su mirada me dio la razón. Ella me regaló vida, su ejemplo, dedicación, fortaleza y amor. Ha sido forjadora de un sinnúmero de cualidades en mi persona, muchas más de las que pueda contar en este espacio. Afirmar que es una persona extraordinaria resulta limitado. Ni el alfabeto ni una vida entera me alcanzarán para agradecerle por haber materializado aquella idea que tuvo un día y decidió bautizar con el nombre que hoy me identifica. Mi gratitud entera le pertenece; mi admiración y cariño, también.

Sí, ella vino de muy lejos y yo llegué algunos años después. Su nombre es María y ella es mi mamá.

martes, 3 de mayo de 2011

Mundo de leyes 2

El 17 de agosto de 2007 escribí en este espacio un post que hacía referencia a las leyes más absurdas que la humanidad haya inventado. Ese día, después de haber hecho un breve recuento de semejantes ridiculeces, reflexioné acerca de quién pudo haber decretado dichas reglas y, peor aún, a quién se le ocurre hacerles caso. Nunca encontré las respuestas. Pero para beneplácito de algunos e incredulidad de otros, hoy encontré nuevamente una lista, corregida y aumentada, de las leyes más fumadas y extravagantes que pueden existir. Aquí una probadita.

Empezamos en territorio estadounidense, donde las prohibiciones van desde practicar el sexo oral (Carolina del Sur) hasta dormir desnudo (Minnesota), sin dejar de mencionar que los hombres pueden pegarle a sus esposas una vez al mes o que después de las 6 de la tarde los perros tienen prohibido ladrar (Arkansas). ¿Y qué me dicen de aquella que dicta detener a una persona por no cumplir una promesa (Luisiana)? Muchos la agradeceríamos en México para aplicarla a la clase política, aunque nos quedáramos sin ella. Además, en California ningún vechículo sin conductor puede rebasar las 60 millas por hora… Kitt (el auto increíble), te tengo una mala noticia.

Y sin en territorio nacional nos quejábamos por la prohibición de minifaldas, valga decir que otra ley nos ganó el Premio Nobel a lo más ridículo de la industria del calzado y el vestido: en Ohio, las mujeres no pueden usar zapatos de charol porque su ropa interior se puede reflejar en ellos. Y la lista continúa en Chicago, donde está penado comer en un lugar que se esté quemando (y yo que quería pollo a las brasas).

Pero en otros continentes también se cuecen habas: en Suiza está prohibido lavar el coche los domingos (además, qué flojera); en Tailandia no se puede salir a la calle sin ropa interior (¿y cómo diablos se darán cuenta?); en Irán es mal visto sonarse en público (lástima por el negocio Kleenex); y en Israel está prohibido meterse el dedo en la nariz los sábados (cualquier otro día de la semana, con todo gusto). Ya no digamos la negación en Inglaterra de bautizar mascotas con el nombre de Reina o Princesa, a menos que se tenga permiso real para ello.

Así podemos continuar el tour por varios países y sorprendernos de la “creatividad” para dictar leyes regidoras del comportamiento humano; nuestra capacidad de asombro se vería muy bien recompensada. Y para cerrar con broche de oro, hacemos la última escala en Kentucky, donde es obligatorio bañarse al menos una vez al año... qué exagerados, ¿para qué tantas veces si se van a volver a ensuciar?

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...