martes, 27 de julio de 2010

Test del corredor

¿Sabes qué tipo de corredor eres? ¿Naciste o te hiciste? A continuación, responde las siguientes preguntas y al final comprueba tus resultados:


1. ¿Alguna vez te han llamado “loco”?

2. ¿Tus familiares no entienden por qué sales de casa con tanta prisa a las 6 am?

3. ¿Los domingos sales a correr cuando otros regresan del antro?

4. ¿Corres bajo la lluvia, y más aún, lo disfrutas y cantas mientras lo llevas a cabo?

5. ¿Durante el último año has cambiado el TV y Novelas o El libro Vaquero por revistas deportivas?

6. ¿Te has burlado de los automovilistas detenidos por el tráfico mientras caminas o corres alegremente sobre la banqueta?

7. ¿Durante alguna fiesta o reunión familiar has rechazado las bebidas alcohólicas y prefieres refresco o agua de sabor (aunque te vean raro)?

8. ¿Tienes tu refrigerador repleto de cerveza sin alcohol?

9. ¿Tus amigos borrachos te respetan porque eres “bebedor isotónico”? (Ellos no saben qué diablos significa, pero suena apantallador).

10. ¿Has inventado algún pretexto para pagar la inscripción a una carrera en vez de invitar a tu pareja al cine o a cenar?

11. ¿Olvidas tu aniversario de bodas pero jamás la fecha del maratón?

12. ¿Estás convencido de que tendinitis no es un auto europeo?

13. ¿Crees que las ampollas son trofeos?

14. ¿Quitaste de la pared tu diploma de la primaria y en su lugar colgaste la medalla de tus primeros 5 K?

15. ¿Cuando llegas al trabajo todos tienen cara de flojera menos tú?

16. ¿Le pides a los Reyes Magos unos tenis y un short?

17. ¿Has viajado cientos de kilómetros para correr 10?

18. ¿Cuando vas a la montaña corres entre las plantas, pasas sobre ríos, esquivas piedras, te ensucias de lodo, y lo disfrutas como un niño de seis años?

19. Mientras todos piden tacos, tamales o pambazos, ¿tú pides pasta, ensalada y fruta con granola?

20. ¿No te aprendiste los verbos en inglés pero sabes perfectamente qué es “fartlek”?

21. ¿En tu lista del supermercado no pueden faltar las barras energéticas?

22. ¿El único y mejor Top Ten es el que suena en tu Ipod?

23. ¿”We are the champions” es tu segundo himno nacional?

24. ¿Tienes más playeras deportivas y pares de tenis que trajes y zapatos?

25. ¿Estás convencido de que correr no significa acumular kilómetros, sino que se trata de una auténtica experiencia de vida?


Ahora comprueba tu diagnóstico según el número de respuestas positivas:

1 a 10: corredor en formación. Te encontraste con este deporte porque alguien te invitó o porque una mañana no tenías nada qué hacer y se te ocurrió ponerte los tenis para salir “a ver qué pasaba”. Te aficiona practicar el running en parques y circuitos de no gran kilometraje, y eres aficionado a las competencias de 5 y 10 K; quizás un medio maratón está en tus planes futuros, aunque por ahora lo ves como una mera ilusión.

11 a 20: corredor asiduo. Tu felicidad depende, en cierta forma, de correr 2 ó 3 veces por semana. A veces sacrificas la jarra del sábado por la noche para despertar temprano el domingo e irte con tus amigos a practicar este deporte; acto seguido, desayunas en el mercado pero pides quesadillas sin aceite y, en vez de refresco, tomas jugo de naranja. Has probado los 21 K y te ubicas en la delgada línea que separa tu estatus de corredor básico de corredor plus.

21 a 25: gran corredor. Estás totalmente enganchado en este vicio e incluso eres influencia potencial para otros más. Sueles correr a las 5 de la mañana o a las 10 de la noche sin importar el clima. No puedes faltar en maratones, triatlones y en todo lo que se ponga en tu camino. No tienes cura y eso te llena de satisfacción, pues sabes que la palabra "límite" sólo existe en el diccionario.

jueves, 22 de julio de 2010

Ladrón que roba a ladrón

¿Alguna vez ha caído en manos de un policía que lo orilló a la orilla para después mostrarle su afilado colmillo cual si fuera el mismísimo Drácula? ¿Qué sintió el José María Morelos que habitaba en su billetera antes de ser entregado al ciudadano uniformado? ¿Un agudo remordimiento recorrió su cuerpo luego de dar en adopción obligada su billete, cuando su destino bien pudo ser la adquisición de un six chelero? ¿Cuántas palabrotas procesó por minuto después de que subió la ventanilla de su auto tras escuchar la famosa frase célebre: “puede retirarse y maneje con precaución”? ¿Le ha pasado o soy el único que imagina tales circunstancias?

¡Guardiaaas! ¿Apoco no se antoja evocar aquellos comerciales galletosos cuando nos pasa algo similar? Aunque tal vez no haga falta. Una de cal por todas las que van de arena: ayer un policía fue asaltado en el Centro Histérico de esta gran urbe. Las calles 20 de Noviembre y Nezahualcóyotl fueron testigos de cómo la cartera y arma de fuego del poli cambiaron de dueño en un tris. Ante tal acto, los compañeros de la víctima se aplicaron a buscar a los ladrones, pero ya sabemos que en el DF es más fácil encontrar un billete de 250 pesos en la charola de las limosnas antes que hallar una rata de dos patas.

Desde luego que el acto en sí es reprobable, pues la inseguridad está rebasando a toda instancia competente que intenta, por lo menos, controlarla. No podemos ver como algo “normal” las noticias infestadas de asaltos sin solución. Hoy vemos con preocupación y una pizca de morbo la manera en que la delincuencia levanta la mano y nos muestra que ni los policías están a salvo de semejante plaga.

Pero lo olvidaba: estamos en México donde todo pasa y nada sucede. Y si pensábamos que discutir con un policía es igual que reclamarle una falta a un árbitro (con ambos sabemos que llevamos las de perder y jamás les ganaremos), hoy hubo alguien que les dio una lección. Sólo esperemos que no se haga costumbre darle baje a los Señores Justicia, ya que entonces ni el Chapulín Colorado podrá ayudarnos. Sin embargo, no debemos ser tan pesimistas, porque ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón, y no existe mejor lugar que nuestra ciudad para comprobarlo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Onceavo mandamiento: no te tatuarás

No cabe duda que Guanajuato tiene un imán muy especial para atraer personas dotadas con gran intelecto. Primero fue el intento de multar por besarse en la vía pública, y ahora resulta que llevar puesto algún tatuaje o piercing es sinónimo de pérdida de valores, según dijo la titular del Instituto de la Mujer de ese estado. Así pues, una vez más queda al descubierto el criterio y sabiduría de algunos servidores públicos.

Me pregunto qué pasaba por la mente de esta persona al declarar tales barrabasadas, y más aún, mencionarlas en una plática sobre valores de la familia. Lo grave del asunto, desde mi punto de vista, es que sea justamente una mujer la que utilice como ejemplo la fotografía de otra fémina para confirmar su brillante hipótesis. Mencionó también que en Guanajuato más del 85% de las familias registran violencia intrafamiliar gracias a la pérdida de valores como el citado ejemplo. Aceptemos entonces que la señora ha descubierto el hilo negro: los dibujos corporales y aretes colocados donde sea son culpables de los golpes e insultos al interior de un hogar. Sólo falta que lance su campaña: ¡Des-tatuajicemos Guanajuato!

Tal vez la titular de IMUG vio muchos noticieros y se enteró que actualmente en Arizona existe una ley discriminatoria, ante lo cual no quiso quedarse atrás e inventó algo similar para darse a conocer. ¿Sabrá que existe un sitio en el DF que se llama El Chopo o lo habrá visitado alguna vez? Si no lo ha hecho, mejor que se quede guardada en su casa, porque cuando plante sus pies en dicho territorio, un infarto a su persona será inminente. Además, ¿cuál famoso científico ha demostrado que existe una relación directamente proporcional entre el número de tatuajes de una persona y su comportamiento social? Otros, por su parte, se disfrazan de traje y su actitud deja mucho que desear.

Y ya que estamos emocionados con la moralitis hasta el tope, al respecto tengo una sarta de propuestas para “normar la conducta y promover el bienestar de nuestra sociedad” (hasta me escuché como político): vestir a las momias de Guanajuato, puesto que anualmente miles de visitantes acuden a verlas y vaya chasco que deben llevarse al observarlas exhibidas sin tapujos; censurar en todos los bares y antros la canción “Tatuajes” de Joan Sebastian, porque las mujeres que la cantan seguramente no tienen valores y su moral espantaría a cualquiera; finalmente, prohibir los aretes y todo tipo de maquillaje por ser objetos del deseo que provoca los más bajos instintos de los hombres… ah, perdón, eso sucede con las minifaldas y ya se discutió en su momento.

Tan bello que es el territorio guanajuatense; lástima de algunos individuos que lo habitan. Y como eso del bicentenario está de moda, ¿será posible clonar a Miguel Hidalgo y sus secuaces en la mismísima tierra independentista para que vuelvan a librarnos de personas non gratas? Eso sí sería motivo para festejar.

domingo, 11 de julio de 2010

Con la ciudad bajo mis pies

El despertador sonó puntual y la oscuridad aún reinaba en el segundo domingo del mes de julio. El mal clima no parecía dar tregua, pero tampoco valía pretexto alguno para quedarse entre las cobijas y ver pasar así un fin de semana sin actividad deportiva. Entonces era momento de salir. El objetivo: 22 kilómetros a través de la ciclopista al sur de la ciudad.

La gran antena rojiblanca se asomaba en medio del camino y marcaba el punto de inicio. La adrenalina estaba lista y mis oídos eran presa de sonidos musicales que inyectaban energía a todo el cuerpo. Comenzó mi andar. Al frente, una subida inauguraba el recorrido envuelto por árboles y una ciudad distante que dormía bajo mis pies. El frío cobijaba mis pulmones. Más adelante, la primera gran postal del día: los volcanes que se asomaban entre espesas nubes blancas. Justo ahí, frente al espléndido paisaje dibujado ante mis ojos, me felicité por haberle robado horas de sueño al reloj hoy por la mañana.

Mis pasos continuaron acumulando kilómetros mientras el sol asomaba sus primeros rayos. El kilómetro siete de la carretera Ajusco-Picacho se fue alejando para dar paso a un majestuoso paisaje rural que, increíblemente, se puede disfrutar a pocos minutos de la gran urbe: campos de cultivo tapizados de verde, árboles atrincherados en una escarpada montaña, puestos de comida que ofrecían incluso pulque —¿venderán curados de Gatorade?, me pregunté—, animales pastando junto a la vía de dos carriles, y un interminable trino de aves que acompañan el sendero.

En otra época, el silente paisaje donde actualmente se ubica la ciclopista fue testigo de los pasos ferrocarrileros cuya ruta era México-Cuernavaca, y con la extinción de los vagones arrastrados por la máquina, la ruta obtuvo su nueva función. Su trazo parece una gran serpiente, y nosotros, al estar en ella, visitantes de su hábitat.

Por momentos, el único sonido era el de mis pasos devorados por el camino. De repente, un ejército canino apareció haciendo valla y observando el andar de quienes ahí pasábamos. Entonces fue preciso admirar un cercano Pico del Águila que se levantaba imponente ante mi vista. Once mil metros se reflejaban en el monitor electrónico y, a pesar del paisaje que invitaba a continuar su recorrido, la distancia del entrenamiento indicaba el regreso inminente; la altura me regaló una dosis extra de oxígeno y volví para completar el kilometraje del día.

Dos horas después del arranque, la gran antena apareció nuevamente y atrás quedó el sinuoso camino donde, por momentos, el silencio se escuchó para presenciar una a una las pulsaciones cardiacas que me acompañaban. Así pues, un total de 22 kilómetros bastaron para vivir la gratificante experiencia de correr rodeado de naturaleza en un lugar que parece tan lejano de la ciudad, que apenas lo tenemos a 15 minutos del periférico sur.

Por hoy la misión está cumplida. Un circuito más queda registrado en mi plan rumbo al Maratón de la Ciudad de México y, desde luego, en espera de repetir la experiencia próximamente.

Y tú, ¿qué estabas haciendo hoy a las 8 de la mañana?

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...