jueves, 22 de mayo de 2008

Historia de México (lado B)

Hace mucho tiempo no hojeo un libro de texto de educación primaria o secundaria, aunque seguramente los temas no han cambiado demasiado desde que debía estudiarlos como parte de mi formación académica. Uno de ellos en particular, el de historia, me ha causado curiosidad desde hace años y no por sus páginas plagadas de héroes y villanos, sino porque jamás nos mencionaron algo más allá de lo “oficial”.

Hoy mientras iba rumbo al trabajo, en la radio escuchaba una charla donde se relataba la verdadera historia de la Corregidora, personaje famoso de la independencia nacional a la que se le rinden honores, acompañada de otros más, cada 15 de septiembre en suelo mexicano. ¿Quién no ha escuchado el “grito” desde Palacio Nacional donde se ensalza a una lista de héroes que nos dieron patria y libertad? Pues Josefa Ortiz de Domínguez es una de ellas, y este día, como bien lo dijo el locutor de esa estación radiofónica, me han derribado una imagen más.

Pasaje conocido por muchos es la conspiración donde dicho personaje femenino escuchó que el movimiento había sido descubierto, y córrele a avisarle a Ignacio Allende para que se pusiera las pilas y diera por inaugurada la batalla en contra de los españoles que ninguneaban a los indígenas nacionales. Era momento para tomar las armas y enfrentar a cuanto enemigo se pusiera enfrente No había tiempo que perder. Entonces la revuelta comenzaba y a la señora se le apartaba su lugar en la historia.

Maravillosa trama, excelente guión y excepcionales actuaciones… pero cuando la neta del planeta se revela, tremenda decepción para algunos. Resulta pues que la Corregidora le ponía el cuerno a su marido con Nachito Allende, y más aún, esperaba un hijo de él, así como lo lee. Y aquello de dar el pitazo a su amante porque el movimiento independentista había sido descubierto, más bien resultó ser el aviso de que ya los habían cachado derramando pasión extramarital.

Pero como a los niños de primaria no les pueden contar semejante historia, mejor le arreglan un poquito el asunto a los héroes nacionales y los ponen en un altar del cual no pueden bajarse, porque supuestamente les debemos la patria que hoy día tenemos. Tampoco pueden decirles que doña Josefa, consecuencia de su infidelidad, fue enviada a un convento donde tuvo a su hijo Nacho Jr., ni de sus cartas donde reflejaba el tremendo dolor al saber que a Allende le habían dado cuello (literalmente) para dejar su cabeza de adorno en una esquina de la guanajuatísima Alhóndiga de Granaditas.

Así que el lado B de la historia, para mí, resulta más interesante que aquello contado a los niños en las aulas, porque más allá del toque romántico y heroico que raya en lo hollywoodense, muestra a los personajes tal y como son: humanos como todos, con virtudes y defectos, y en ocasiones hasta con detalles curiosos y sorprendentes… ¿o sabía usted que el cura Miguel Hidalgo tuvo siete hijos con diferentes mujeres e incluso Allende trató de envenenarlo porque hacía verdaderas matanzas y obligaba a la gente a llamarlo “mi Ilustrísimo”?, ¿o que los niños héroes, a la hora de la invasión a Chapultepec, estaban castigados porque se habían pasado de copas, e incluso que Juan Escutia (el aventado envuelto en la bandera) ni siquiera estaba registrado en la milicia?

Y a pesar de las mentiras verdaderas, terminaré este post recordando un par de detalles al respecto de historias en tela de juicio: el primero, cuando Lisa Simpson descubre que el fundador de su ciudad era todo menos el héroe conocido por la gente, y cuando está a punto de revelar la verdad se arrepiente porque la simple idea del personaje y su historia mantienen unidas a las personas y les otorga identidad; y el segundo, un fragmento de una canción que dice: “una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la vida”… y si no fuera así, ¿cuál sería le pretexto del 15 de septiembre con su algarabía de fiesta mexicana?

Ah, pero eso sí, quien no conoce el pasado está condenado a repetirlo. Nosotros decidimos.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...