martes, 26 de mayo de 2009

Influenza de bronce

En México sobra el dinero, ya lo sabemos. Basta con echar un vistazo a alguna avenida de la ciudad para ver cómo sufre ante la tapizada marca diablo que le ponen con porquería política a propósito de las próxima elecciones: estampas, volantes y postes retacados con rostros que sólo se observan cuando de pedir votos se trata.

Otro caso semejante, a propósito de política y el excelente manejo económico que se le da al dinero en el país, son las estatuas. La lección dicta que debemos exaltar a cuanto personaje nos sea posible para que la memoria histórica no se escurra a través del tiempo sin dejar su huella. Pues hoy se sumó una más a la lista, aunque todavía trato de buscarle su verdadero sentido.

Édgar Hernández se llama nuestro más reciente héroe, y será recordado no por alguna batalla épica en la cual haya arriesgado su vida para salvar a la nación, sino porque fue el primer sobreviviente al tan afamado virus de la influenza humana. Lo curioso es que las autoridades desean promover turísticamente su comunidad gracias a este caso.

Bastaron 70 kilogramos y un metro con 30 centímetros de altura para inmortalizar en bronce al chavito que se salvó del escabroso virus. Y para hacer más sublime el asunto, en su mano derecha tiene una rana, símbolo de una de las plagas del Apocalipsis de la cual sobrevivió (en este instante ya saqué un pañuelo para secarme las lágrimas).

¿Pero en qué piensan las “autoridades”? Primero fue el Fox derribado en 2007 en el mismo puerto jarocho y ahora esto. ¿No habrá cosas más importantes para destinar la lana? ¿Por qué no darle una beca al niño o apoyar a su familia que vive en una comunidad de escasos recursos? No, eso suena muy humano, y la política generalmente finge demencia al respecto. Promover un lugar con base en el argumento del “Niño cero” me parece lamentable. ¿Hacerlo atractivo publicitario es maravillosa idea? ¿Qué pasará el día que alguien se cure de SIDA? ¿Le harán un monumento en Reforma e invitarán al turismo para que se tome fotos en esa avenida?

Primero se alarma a la población por un supuesto virus del cual no se ponían de acuerdo ni en su nombre, y luego se hace del “primer caso” algo heróico para promoción turística. ¿Y Edgar qué se llevará a cambio? Seguramente una palmadita en la espalda y un: “Felicidades, te salvaste de morir”.

A veces no tengo palabras para calificar semejantes actos. ¿Una simple estatua resolverá problemas de fondo? En Veracruz seguramente existen muchos más por atender como para andar adornando las calles en nombre del personaje que salvó su vida gracias a los servicios médicos... ¿no se supone que para eso sirven a los ciudadanos? ¿Cuántos mueren al día por desnutrición y nada se dice de ellos? Pero claro, un asunto así es tan común que ya ni nos asombramos, en cambio la influenza es algo nuevo, de moda.

Insisto, en México sobra dinero para derrocharlo en estatuas sin sentido. Política al fin. Unos acusan, otros dicen, varios más renuevan promesas hechas cada vez que hay elecciones, y al final nada sucede. Miles de millones se van en ese teatrito y un niño de bronce no está mal para variarle un poco. Ahora compruebo mi teoría: la influenza no fue porcina ni mucho menos humana, resultó ser cerebral y personificada en sujetos con falta de neuronas y pretextos de sobra.

martes, 19 de mayo de 2009

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti

viernes, 15 de mayo de 2009

Qué pequeño es el mundo

Un día cualquiera en un país cualquiera. Aquel hombre curioso y atendiendo a la naturaleza de los instintos acude al puesto de videos para adquirir uno cuyo tema principal es el sexo explícito (en México creo que de esos no existen). Regresa a casa y, con la certeza de que nadie lo observa, se dispone a disfrutar de algunos minutos de gloria terrenal reflejados en la pantalla de su televisor. Las escenas comienzan y algunas parejas se entrelazan en un ambiente de ruidos y posiciones diversas.

La temperatura asciende y, a la par de los minutos, transcurren también secuencias salpicadas de morbo provenientes de una cámara oculta en un hotel anónimo. “La mejor forma de librarse de la tentación es caer en ella”, bien podría pensarse en este caso… y efectivamente así sucedió.

Affairs with Others Wives (“Aventuras con las esposas de otros”) se hacía llamar aquel DVD que puso en práctica la líbido de nuestro protagonista, sin embargo, y muy a su pesar, el título era demasiado sugerente para ser real. El rostro de una mujer, y tal vez algo más, le parecía familiar. Su sospecha pasó a ser evidencia cuando comprobó que, lejos de tratarse de una actriz dedicada a los menjurjes sexuales, se trataba ni más ni menos que de su esposa. Pero para echarle más sabor al caldo —literalmente— también vio que el susodicho elegido para derramar pasión extramarital era uno de sus mejores amigos.

Sí, habiendo millones de filmes candentes, de diversas categorías, con muchos actores y actrices de varias nacionalidades, y además múltiples lugares para adquirir un video (original o pirata)… tenía que toparse justamente con este tan especial. Qué pequeño es el mundo, ¿apoco no?

Les aseguro que no tomé vodka mezclado con tepache o es una historia producto de mi imaginación. La noticia se dio a conocer en Taiwán donde Lee, un carpintero residente en las cercanías de Taipei, fue presa de tal hallazgo que le valió tremendo coraje y una puñalada en el muslo a su “gran amigo” gracias al cual ahora lleva en la frente la leyenda CORNUDO. De su esposa mejor ni hablemos, quién sabe dónde habrá metido la cabeza. Encima de todo, el afectado pagará una condena de seis meses por daños corporales… ¡Maravillosas son las leyes!

Y dicen que Tlalpan y la Merced son la crema y nata de estos asuntos. Ya tienen competencia a varios cientos de kilómetros de aquí y, dicho sea de paso, han establecido el mejor de los pretextos para comprar la cuarta temporada de Playboy en video: sólo para comprobar que no me ponen el cuerno, así tenga que investigarlo en el catálogo completo de la sex-shop o hasta en los puestos afuera del Metro (no por otra cosa, aclaro). Sin embargo, creo que me fui al extremo en comparar a la empresa norteamericana con los casos cotidianos que ocurren de manera clandestina y, a pesar de ello, suelen tener cierta demanda de los consumidores, ¿si no, por qué se venden? Llamémosles pues Las Mejores Guaifs de Pleiboi para que nos entendamos.

Y si un día su esposa llega a casa con una radiante sonrisa diciéndole que será la siguiente protagonista de una película, desconfié un poco de ella, pues si no salió en X-Men o en alguna de Disney, quizás habría que someterla al detector de mentiras… o acudir a la premier en el tercer piso del Hotel Garage.

lunes, 11 de mayo de 2009

El nuevo héroe nacional (e internacional)

¿Es un ave? ¿Es un avión? ¡Nooo… es Super-FeCal! Así es estimados ciudadanos mundiales, un nuevo héroe ha nacido en territorio mexicano. A partir de ahora los 4 Fantásticos, Superman, Batman y las Chicas Superpoderosas son obsoletos y pasados de moda. La humanidad está a salvo de enfermedades extrañas y virus contaminantes que azotan el mundo y aquí, en México, podemos presumir de evitar el apocalipsis.

Ustedes dirán que la inversión térmica estropeó mi imaginación, pero ante lo dicho por el mandatario nacional qué podemos opinar. Y súmele, textual, su siguiente comentario: “Hemos superado invasiones extranjeras, guerras civiles, catástrofes naturales, crisis económicas y políticas, y ninguna de estas amenazas ha podido quebrantar la voluntad de los mexicanos de constituirnos en una nación libre, democrática y soberana”.

Yo creía que la serie de Remi era el extremo de lo sublime y hacía llorar de tanta emoción, pero me equivoqué: siempre habrá algo nuevo por descubrir. Además, ante un “virus jamás conocido” actuamos tan eficazmente que en cuestión de 10 días ya estamos todos sanos nuevamente. ¡Milagro! Nuestras plegarias a San Cubrebocas fueron escuchadas.

Y luego de las vacaciones obligadas por “sugerencia” de las autoridades, a resarcir los daños. ¿Quién les devolverá las ganancias que se fueron por la borda a todos aquellos negocios que se vieron perjudicados? De por sí la economía nacional está tocando las puertas del infierno y con este detallito, Don Diablo ya nos sonríe y guiñe el ojo.

Pero no importa, nada de lo que digamos tiene sentido, ni siquiera la discriminación de la cual fuimos objeto en algunos países (hoy hasta nos hacemos los dignos cuando a un mandatario cubano se le “sugirió” comer e irse, ¿o no tenemos memoria?). Lo importante fue que la humanidad está a salvo gracias a la oportunísima intervención de las autoridades. Somos dignos de Ripley y Guinnes, ¿o quién en sus cinco sentidos acaba con una pandemia —hasta dramáticos salieron algunos— en una semana y media? En México, donde se destina más dinero al futbol, seguramente tenemos laboratorios con tecnología de punta para acabar con cuanta enfermedad se nos ponga enfrente, aunque eso sí, ni los cubrebocas nos alcancen.

Y como el teatro político ya comenzó, propongo actualizar la lista de nuestros héroes nacionales en los libros de texto; Hidalgo y Morelos lucharon en pos de la libertad nacional, pero nunca nadie fue capaz de contener una enfermedad con dimensiones estratosféricas que acabaría con la especie humana. También propongo a Steven Spilberg producir una película llamada “El día que la influenza se detuvo” o “La invasión influenztraterrestre”, sería todo un hitazo (aunque con las restricciones sanitarias no tanto, capaz que un actor estornuda y nos salpica desde la pantalla para contagiarnos).

Hubo un tiempo en el que el chupacabras me impedía salir de noche por el miedo a encontrármelo, ¿y quién estuvo para acudir a nuestro llamado? No importa, hoy las cosas son distintas: me siento seguro y confiado en que estamos a salvo de una epidemia que “acabó con la vida” de 56 personas en un país de más de 103 millones. Perdón, ¿dije epidemia con esa cifra? Más fallecen por enfermedades de tabaquismo (165 diariamente) y ni quién diga algo.

¿Ahora cuál nuevo plan inventaremos?

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...