¿Es un ave? ¿Es un avión? ¡Nooo… es Super-FeCal! Así es estimados ciudadanos mundiales, un nuevo héroe ha nacido en territorio mexicano. A partir de ahora los 4 Fantásticos, Superman, Batman y las Chicas Superpoderosas son obsoletos y pasados de moda. La humanidad está a salvo de enfermedades extrañas y virus contaminantes que azotan el mundo y aquí, en México, podemos presumir de evitar el apocalipsis.
Ustedes dirán que la inversión térmica estropeó mi imaginación, pero ante lo dicho por el mandatario nacional qué podemos opinar. Y súmele, textual, su siguiente comentario: “Hemos superado invasiones extranjeras, guerras civiles, catástrofes naturales, crisis económicas y políticas, y ninguna de estas amenazas ha podido quebrantar la voluntad de los mexicanos de constituirnos en una nación libre, democrática y soberana”.
Yo creía que la serie de Remi era el extremo de lo sublime y hacía llorar de tanta emoción, pero me equivoqué: siempre habrá algo nuevo por descubrir. Además, ante un “virus jamás conocido” actuamos tan eficazmente que en cuestión de 10 días ya estamos todos sanos nuevamente. ¡Milagro! Nuestras plegarias a San Cubrebocas fueron escuchadas.
Y luego de las vacaciones obligadas por “sugerencia” de las autoridades, a resarcir los daños. ¿Quién les devolverá las ganancias que se fueron por la borda a todos aquellos negocios que se vieron perjudicados? De por sí la economía nacional está tocando las puertas del infierno y con este detallito, Don Diablo ya nos sonríe y guiñe el ojo.
Pero no importa, nada de lo que digamos tiene sentido, ni siquiera la discriminación de la cual fuimos objeto en algunos países (hoy hasta nos hacemos los dignos cuando a un mandatario cubano se le “sugirió” comer e irse, ¿o no tenemos memoria?). Lo importante fue que la humanidad está a salvo gracias a la oportunísima intervención de las autoridades. Somos dignos de Ripley y Guinnes, ¿o quién en sus cinco sentidos acaba con una pandemia —hasta dramáticos salieron algunos— en una semana y media? En México, donde se destina más dinero al futbol, seguramente tenemos laboratorios con tecnología de punta para acabar con cuanta enfermedad se nos ponga enfrente, aunque eso sí, ni los cubrebocas nos alcancen.
Y como el teatro político ya comenzó, propongo actualizar la lista de nuestros héroes nacionales en los libros de texto; Hidalgo y Morelos lucharon en pos de la libertad nacional, pero nunca nadie fue capaz de contener una enfermedad con dimensiones estratosféricas que acabaría con la especie humana. También propongo a Steven Spilberg producir una película llamada “El día que la influenza se detuvo” o “La invasión influenztraterrestre”, sería todo un hitazo (aunque con las restricciones sanitarias no tanto, capaz que un actor estornuda y nos salpica desde la pantalla para contagiarnos).
Hubo un tiempo en el que el chupacabras me impedía salir de noche por el miedo a encontrármelo, ¿y quién estuvo para acudir a nuestro llamado? No importa, hoy las cosas son distintas: me siento seguro y confiado en que estamos a salvo de una epidemia que “acabó con la vida” de 56 personas en un país de más de 103 millones. Perdón, ¿dije epidemia con esa cifra? Más fallecen por enfermedades de tabaquismo (165 diariamente) y ni quién diga algo.
¿Ahora cuál nuevo plan inventaremos?
Ustedes dirán que la inversión térmica estropeó mi imaginación, pero ante lo dicho por el mandatario nacional qué podemos opinar. Y súmele, textual, su siguiente comentario: “Hemos superado invasiones extranjeras, guerras civiles, catástrofes naturales, crisis económicas y políticas, y ninguna de estas amenazas ha podido quebrantar la voluntad de los mexicanos de constituirnos en una nación libre, democrática y soberana”.
Yo creía que la serie de Remi era el extremo de lo sublime y hacía llorar de tanta emoción, pero me equivoqué: siempre habrá algo nuevo por descubrir. Además, ante un “virus jamás conocido” actuamos tan eficazmente que en cuestión de 10 días ya estamos todos sanos nuevamente. ¡Milagro! Nuestras plegarias a San Cubrebocas fueron escuchadas.
Y luego de las vacaciones obligadas por “sugerencia” de las autoridades, a resarcir los daños. ¿Quién les devolverá las ganancias que se fueron por la borda a todos aquellos negocios que se vieron perjudicados? De por sí la economía nacional está tocando las puertas del infierno y con este detallito, Don Diablo ya nos sonríe y guiñe el ojo.
Pero no importa, nada de lo que digamos tiene sentido, ni siquiera la discriminación de la cual fuimos objeto en algunos países (hoy hasta nos hacemos los dignos cuando a un mandatario cubano se le “sugirió” comer e irse, ¿o no tenemos memoria?). Lo importante fue que la humanidad está a salvo gracias a la oportunísima intervención de las autoridades. Somos dignos de Ripley y Guinnes, ¿o quién en sus cinco sentidos acaba con una pandemia —hasta dramáticos salieron algunos— en una semana y media? En México, donde se destina más dinero al futbol, seguramente tenemos laboratorios con tecnología de punta para acabar con cuanta enfermedad se nos ponga enfrente, aunque eso sí, ni los cubrebocas nos alcancen.
Y como el teatro político ya comenzó, propongo actualizar la lista de nuestros héroes nacionales en los libros de texto; Hidalgo y Morelos lucharon en pos de la libertad nacional, pero nunca nadie fue capaz de contener una enfermedad con dimensiones estratosféricas que acabaría con la especie humana. También propongo a Steven Spilberg producir una película llamada “El día que la influenza se detuvo” o “La invasión influenztraterrestre”, sería todo un hitazo (aunque con las restricciones sanitarias no tanto, capaz que un actor estornuda y nos salpica desde la pantalla para contagiarnos).
Hubo un tiempo en el que el chupacabras me impedía salir de noche por el miedo a encontrármelo, ¿y quién estuvo para acudir a nuestro llamado? No importa, hoy las cosas son distintas: me siento seguro y confiado en que estamos a salvo de una epidemia que “acabó con la vida” de 56 personas en un país de más de 103 millones. Perdón, ¿dije epidemia con esa cifra? Más fallecen por enfermedades de tabaquismo (165 diariamente) y ni quién diga algo.
¿Ahora cuál nuevo plan inventaremos?
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