sábado, 29 de agosto de 2009

El gigante verde

El reloj marcaba las siete de la mañana y el termómetro nueve grados. En medio de la oscuridad, una tímida lluvia no cesaba desde hacía una hora y sus huellas se reflejaban en forma de pequeños charcos ubicados por todo el terreno. La pista cubierta de arcilla, esparcida a lo largo de 886 metros, empezaba a recibir uno a uno a los deportistas que desafiaban el frío aquel último sábado del octavo mes en el calendario.

Entonces comenzó su andar a través de los senderos tapizados de verde que parecían abrazar sus pasos. El olor a pino y tierra mojada inundaban su olfato mientras alguna ardilla trepaba por los árboles justo a su lado derecho. La sensación del aire en sus mejillas no cesó durante una hora y de vez en cuando alguna gota de agua se desprendía de las ramas para terminar estallando sobre su rostro.

Cuesta arriba, sus piernas empezaban a reclamarle y su respiración se agitaba por el esfuerzo realizado. Sin embargo, por el paisaje que le esperaba bien valían la pena algunos minutos extra de ejercicio. Finalmente ahí estaba: frente a sus ojos, una ciudad despertaba cobijada por la neblina; los edificios parecían esconderse entre el ambiente grisáceo, y las nubes densas todavía abrazaban el cielo del amanecer.

Y luego de alimentar un poco las pupilas, siguió su camino de regreso. Extendió los brazos para rozar a su paso las plantas más cercanas, y la punta de sus dedos apenas sentía el frío líquido que la lluvia les había regalado. El único sonido percibido era aquel de las gotas que caían centímetro a centímetro a través de los árboles y hacían mover las hojas. Bajo sus pies, el sendero de tierra seguía su curso y finalmente regresó al punto de partida.

Inmerso en un mar de gigantes silenciosos de brazos verdes, decidió terminar el recorrido por uno de los pulmones más grandes la ciudad. Respiró profundamente mientras el sol asomaba sus primero rayos, y así concluyó una visita más al mismo lugar donde las circunstancias siempre son distintas. “Hasta pronto”, le dijo en voz baja, y el Bosque de Tlalpan, sin hacer gesto alguno, le respondió lo mismo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Autorretrato

A esta hora de la noche el del espejo presentaba un dejo de cansancio y su mirada punzante le exigía dormir. Sin embargo, logré robarle algunos minutos para cuestionarle sobre sí mismo y a continuación mencionaré fragmentos de su respuesta:

“Nací un mes de noviembre, no recuerdo la hora exacta pero sí el lugar preciso: un rincón sureño de la ciudad donde aún habito y quisiera hacerlo por mucho tiempo más. Mi infancia transcurrió rodeada de tranquilidad, tareas escolares, raspones de rodilla y juegos callejeros ahora casi extintos”.

“Pero dejemos aquellos años en su lugar y trasladémonos al presente, pues una revolución física tuvo lugar tras haber cumplido 12 años con la consecuencia del cuerpo que hoy habito. Quizá una sobredosis de Choco Milk o la amenaza materna de no salir a jugar si no me comía la sopa fueron las responsables de buscar una cinta métrica cada vez mayor para dejar sus marcas sobre la pared, pues la altura comenzó a ganar terreno, aunque no así en la misma proporción hacia lo horizontal”.

“En fin, que la herencia de esos tiempos aunado a la influencia del hogar y sus protagonistas me han forjado, en gran medida, tal y como soy actualmente: musicalmente ochentero, deportista por vía sanguínea paterna, viajero michoacano por la maravillosa culpa de mi madre y aficionado a la primera fila de algún buen paisaje para dejar a la lente hacer de las suyas. Del gusto por la escritura no me preguntes su origen, pues ni yo mismo sé responder a esa duda que continuamente me asalta. Digamos que de un tiempo a la fecha ha sido casi una necesidad de primer orden, tanto como comer o respirar”.

“¿Acerca de mi carácter? Por favor no me cuestiones eso. Auto adjetivarme nunca ha sido uno de mis mejores hobbies, pero valga decir que haber nacido bajo el cobijo zodiacal del escorpión tiene sus detalles verdaderos: imaginativo, emocional y apasionado… de otras tantas características no me fío demasiado”.

“¿También deseas que te revele mis atributos físicos? De acuerdo. Comenzaré por decirte que mi rostro en ocasiones puede reflejar seriedad y mi mirada suele ser un poco distraída. La báscula se estacionó en el número 57 y no parece tener intenciones de moverse, pues hace tiempo el ejercicio y la herencia metabólica familiar han sido sus cómplices. Eso sí, puedo presumirte una espalda casi perfecta gracias a la alineación quiropráctica resultado de una lesión ocurrida hace un par de años”.

“Pero qué te parece si por hoy aquí le dejamos. Como podrás observar, tenemos ya sobre nuestras espaldas a las manecillas totalmente apuntando hacia el norte y mañana el día comienza de noche. Además los párpados empiezan a pesar más de lo debido y, mientras se pueda, habrá que descansar. Nos leemos en el próximo autorretrato”.

martes, 25 de agosto de 2009

México des-conquistado

“Quien no conoce la historia, está condenado a repetir los mismos errores”, reza una sabia frase. Y en México no estamos exentos de ella, pues a partir de este año el tema de la Conquista fue enviado derechito y sin escalas al limbo de los textos de educación básica.

Y debemos darles la razón a quienes expulsaron a las caballerías españolas y a la Malinche de las páginas escolares porque, efectivamente, ¿a quién le interesa saber que ese momento histórico es parteaguas en nuestra vida nacional y nos define como mexicanos?, ¿tendrá relevancia analizar a fondo ese tema al cual dedicaron sus letras grandes pensadores como Octavio Paz?, ¿acaso importa conocer la base de la religión católica profesada en un alto porcentaje en el país?, ¿o poder explicarse el origen de algunas tradiciones, sin mencionar que nos comunicamos gracias al llamado “español”?

Ya me imagino a las futuras generaciones de niños caminando por las pirámides de Teotihuacan o el Templo Mayor preguntándose qué diablos son ese montón de piedras encimadas, ¿y todo por qué? pues porque en sus aulas jamás tuvieron el detalle de inculcarles un mínimo de curiosidad por saber de sus antepasados.

Pero ante la sabiduría de los mandamases de la educación nacional no podemos sorprendernos. Si la excelentísima jefa-maestra ya pidió vacunas “para el posible rebote de la influencia AHLNL”, seguramente al cuestionarle sobre la Conquista nos contaría anécdotas del Rey Moitesuma, Germán Cortés o Varco de Quiroga. Ahora ya pasó de regalar camionetas a descomponer (más) la historia de México. Al rato eliminarán las clases de civismo y educación ambiental, aunque por esas ni nos preocupamos, ya pasaron de moda y aquí ni falta nos hacen, somos expertos en la materia.

¿Verdad que no es un tremendo hallazgo responder el porqué del nivel educativo en México? Resulta además que se entregarán los susodichos textos a pesar de sus errores, ¡si nomás son detallitos! Total, todo es en nombre de la Reforma Integral de la Educación Básica, y como las clases ya iniciaron, ni modo, ya se gastó mucha lana y ni locos se pondrían a revisar y corregir los datos, ¿o apoco creen que invertir en educación es relevante? Sumémosle la reprobadera de los maestros aspirantes a un puesto y otros más que se negaron a hacer la prueba (¿por qué será?)… ¿Dónde firmamos nuestro acceso VIP al tercer mundo educativo?

Pero no seamos pesimistas. El oscurantismo está todavía muy lejos de nuestra realidad… Jajaja, ¿apoco no estuvo bueno mi chiste? ¿Pero por qué nadie se ríe?

Los caballeros las prefieren brutas (3 de 3)

“Para nadie es un secreto que gran parte de la culpa de nuestros traumas juveniles la tienen los inútiles juguetes que nos enjaretaban cuando niñas. Juguetes que, bien intencionados o no, en la práctica sólo sirven para frustrarnos cuando adultas”.

¿Le suena familiar el párrafo anterior? Quizás Isabella tenga razón: Barbie para las niñas, He-Man para los niños. No puede ser al revés o ellas serían catalogadas como marimachas y ellos encasillados en el apartado gay. Pregúntenle a los comerciales que hacen pasarela en época decembrina previos a la llegada de los Reyes Magos, por citar sólo un ejemplo, y comprobarán la veracidad de las letras plasmadas en el texto.

Una cocina para jugar a la comidita o una planchita en la infancia pueden ser más que inocentes armatostes de plástico… llegado el momento adulto, verán las consecuencias en la práctica. ¿Eso les enseñan, consiente o inconscientemente a las infantiles criaturas? Luego viene la muñeca eternamente joven, la típica, la de siempre. Aquella que siempre es la misma pero nunca es igual: un accesorio es la diferencia para que todas las niñas la deseen aunque luego termine semidesnuda y desgreñada en cualquier juguetero.

Sí, Barbie, la hermosa modelo a seguir por las niñas con su novio Ken. Perfecto ejemplo del significado de una pareja feliz: auto, casa, mascota y amigos. “Ese Adonis de plástico de mirada fija y vacía (…), el muñecón de facciones perfectas que ni suda ni se despeina. Con ese mal ejemplo crecemos las mujeres en el mundo pensando que ese es el modelo del hombre perfecto: un perfecto idiota”.

Pedradas por aquí, pedradas por allá. La autora no se tienta el corazón para analizar el asunto didáctico en los primeros años de vida que surtirá efecto posteriormente. Desde luego no es regla general, creo yo, aunque la mentira no abunda del todo a través de estos párrafos.

Por eso Isabella propone una nueva Barbie: el modelo latino. No se trata de una curvilínea mujer con su coche rosa y accesorios de lujo, sino una que tenga sus propios artículos de limpieza, padezca sobrepeso y se deprima por la infidelidad de John Wilmer Ken (versión latina de su novio también)… algo más cercano a la realidad.

¿Suena realista o mejor seguimos alimentando las fantasías infantiles? Cada quien tendrá su punto de vista y la autora ya manifestó el suyo. Finalmente los juguetes son sólo eso, y si no basta con uno de supermercado, habrá que buscar de otro tipo en tiendas “más especializadas”, al fin y al cabo todos cumplen un objetivo.

sábado, 15 de agosto de 2009

Los caballeros las prefieren brutas (2 de 3)

Lugar donde inicia esta historia: el Paraíso. Protagonistas: los únicos dos que usted ya conoce.

La aburrición se había apoderado de Adán, quien, harto de regar flores y tratar de enamorar a la nada atractiva culebra, cometió el gran error de su vida: pedirle a Dios una compañera. El Todopoderoso, considerando los altos aranceles y el exceso de trabajo que tuvo al crear el mundo en siete días, no contaba con material para elaborarla, por lo cual le dijo que experimentaría un poco y la sacaría de una de sus costillas. Adán, no convencido del todo, accedió a la propuesta de Dios ante las escasas posibilidades de ver materializado su deseo.

Y así sucedió. La primera cirugía estética con trasplante conocida en la historia de la humanidad se fraguó gracias a la costilla del primer poblador del mundo y Eva vio la luz. Seductora, perfecta y curvilínea como era, inauguró el sexo femenino en el planeta y había sido concedida a Adán para acompañarlo por la eternidad. La Primera Mujer del Paraíso fue su cargo otorgado, nada de Primera Ministra o Primera Dama de algún país. Sólo debía preocuparse por respirar y andar desnuda bronceándose porque ni ropa sucia debía lavar, pues tampoco había.

Todo era gratis, y Eva se la pasaba seduciendo a su pareja para que fuera él quien enfrentara a las culebras. Sin embargo, Adán no era muy bueno para los negocios y jamás se las ingenió “para ponerse a mano” con el animal rastrero aquel por el asunto de las manzanas, así que a ambos los desterraron del Paraíso…

Lugar donde continúa esta historia: planeta Tierra. Protagonistas: los únicos dos que usted ya conoce (sólo que ahora vestidos de saco, pantalón y corbata, y traje sastre con zapatos te tacón).

Si Eva tenía a Adán para hacer todos los molestos encargos, ¿por qué ahora es la mujer quien hace fila en el banco, paga las cuentas a final de mes, lleva y recoge a los niños en la escuela, y llega a tiempo para hacer la comida?

“Sí, lo admito. Eva es mi ídolo personal, porque a ella le sobraba el tiempo para todo. Desayunaba y quedaba desocupada. En cambio yo, por desafiar los parámetros bíblicos, desayuno en el Mc’Donalds más cercano y de prisa. Porque siempre voy tarde a donde sea. A las mujeres modernas no nos alcanza el tiempo para nada”.

“¿Por qué iba Dios a mandar a sus pupilos a la gran ciudad permanentemente expuestos al smog, donde hay bancos, préstamos, deudas con sobregiros y tasas de interés altísimas? Donde la especie humana se extingue rápidamente entre embotellamientos, jefes insoportables y ventas al por mayor y al por menor, donde la fe sea agota en medio de tanta desilusión amorosa (…) ¿En qué nos metieron? No, Adán ha debido negociar mejor con esa culebra. A lo mejor ha debido mandar a Eva, pues muy seguramente habría utilizado bien sus recursos de persuasión con los que también nació dotada la primera mujer (…) Entonces si eso dice la Biblia, ¿por qué cambiar el curso de la historia, de nuestra propia historia?”.

Isabella lo escribió, a mí no me culpen. Pero me declaro cómplice de gran parte de sus argumentos. El rol femenino ha cambiado, y evolucionado, con creces. La analogía de nuestra realidad con la historia del Paraíso es un punto de vista válido (y hasta divertido), sólo falta preguntarnos, y preguntarles a ellas, cuál es verdadero papel que desean jugar en la sociedad moderna. ¿Responsabilidades propias es igual a libertad, o más bien un tipo de esclavitud disfrazada? ¿Cuál es el verdadero costo del éxito y quiénes están realmente dispuestas a pagarlo (incluyendo las letras chiquitas del contrato)?

Esta historia, todavía, continuará…

miércoles, 12 de agosto de 2009

Los caballeros las prefieren brutas (1 de 3)

“¿Qué demonios hace leyendo este libro escrito por una irresponsable como yo?”, cuestiona la autora en la agonía de su última página. En mi caso, fue la recomendación hecha por una amiga acerca de la existencia de dicho texto, que, según me comentó, poseía un estilo literario semejante al mío. ¿Será?, me pregunté, y la curiosidad me llevó a descubrirlo.

En su obra, de ritmo ágil y tono directo, en ocasiones reflexivo y con un toque de acidez (aunque quizás contradictorio en algunos argumentos), Isabella Santo Domingo describe su visión femenina —que no feminista, según advierte ella misma— de por qué les conviene a las mujeres modernas fingir incapacidad de utilidad e inteligencia para ganar la batalla a los hombres y ser mantenidas por ellos.

Sin embargo, aquí no es válida la queja o indignación del machista radical ni de la feminista consumada. Desde un inicio queda de manifiesto que si el lector no posee una gran dosis de tolerancia y sentido del humor, mejor sería alejar su vista del libro porque una pérdida de tiempo sería inminente. Así pues, con la sinceridad de la escritora por advertir lo que a continuación vendría, me dispuse a echar un vistazo a sus páginas.

El asunto es muy sencillo, al menos en palabras: dar a conocer los tips, consejos, reglas, requisitos, o llámele como quiera, para vivir casadas y mantenidas: “llevarse muy bien” con la suegra en turno; fingir no saber nada acerca de mecánica; jamás discutir temas deportivos; manifestar, mediante actos fallidos, ser enemiga de la cocina; así como también fingir sumisión y desconocimiento de cuanto tema sea posible… Los objetivos: hacerle creer al hombre que con su mamá debe pasar más tiempo (así ella puede ver la telenovela en casa); hacerse de los servicios de un chofer (pues la esposa no tiene ni idea de cómo cambiar una llanta ponchada); evitar ser anfitriona, y sirvienta, de los amigos invitados a ver el futbol en su casa; y comer únicamente en restaurantes donde, dicho sea de paso, le atienden sin que ella mueva un solo dedo.

Machismo por conveninecia se llama la nueva tendencia sugerida por Isabella, pero desde la trinchera femenina. “Lo que ellos no saben es que ninguna mujer es realmente bruta; nos hacemos las brutas, que es muy distinto”. Y así, tal vez ellas logren vivir aburridamente casadas pero felizmente mantenidas, a costa de doblegar un poco su orgullo y ofrecer una dosis de sumisión para hacerles creer que ellos son que mandan y lo pueden todo en el hogar.

Suena perverso, es cierto, pero si el nombre del libro que da título a este post tiene un sello de Best Seller tal vez sea porque más de una mujer, y no menos de un hombre, vea reflejada su vida en este mar de páginas.

¿Pero qué hay de aquellas féminas modernas que, a pesar de su éxito profesional, competentes (incluso más que un hombre), atrevidas e independientes, no encuentran un sitio sentimentalmente adecuado? ¿El feminismo radical, cuya bandera ondea a favor del todo rosa, ha conducido a un distanciamiento hacia el sexo masculino? ¿Será cuestión de compromiso, palabra que en ocasiones produce alergia?

Efectivamente, el verdadero mal del nuevo siglo no es el SIDA, sino la estabilidad emocional, como lo describe la autora. De ahí su invitación a buscar la propia individualidad para saber qué es lo que nos hace realmente felices y la manera de sacarle provecho a nuestra vida. “¿Qué pasaría si la verdadera inteligencia para convivir en pareja la asumiéramos como la habilidad de compartir y no la de competir?”, se pregunta… y nos pregunta.

Pero por hoy hasta aquí dejaré mi comentario acerca de este libro, no sin antes mencionar que en el futuro bloguero me referiré a un par de temas que en mayor medida alimentaron mi reflexión y fueron las responsables de algunos momentos de risa: la visión bíblica relacionada al actual acontecer sexual en los roles femenino y masculino, y los juguetes culpables que desde la infancia moldean socialmente la mentalidad de las personas.

Esta historia continuará…

viernes, 7 de agosto de 2009

Lapsus miedosus... el regreso

Después de un año volví al mismo lugar y ahí, entre la luz tenue y el silencio, me sorprendió encontrarla nuevamente. De inmediato se reavivó en mí el interés por recordar su particular historia y, frente a ella, no pude hacer más que susurrar su nombre. Su mirada estaba fija en aquella sala y su belleza continuaba intacta. Su rostro denotaba satisfacción y su cuerpo, desnudo bajo el agua carmín de la tina, parecía convencido de haber encontrado el mayor anhelo de su existencia. Sobre ella colgaba una joven mujer sin vida que resultó ser una más de sus 600 víctimas mortales. Así comenzó la leyenda…

Transilvania fue su cuna y, tras quedar viuda, el castillo de Csejthe fue la morada donde su vida —y su muerte— le dieron un lugar en la historia. Perteneciente a una familia noble, ofrecía trabajo a las mujeres jóvenes del pueblo a cambio de un atractivo pago. Sin embargo, la idea de encontrar la eterna juventud ocupó un espacio primordial en su existencia y ellas eran su mejor argumento para su macabro propósito.

Dedicada a la magia negra y el mundo oculto, estaba segura de que la sangre de vírgenes podía ser el remedio para jamás envejecer, y los calabozos del castillo, llenos de jóvenes atraídas por el supuesto trabajo que ella les ofrecía, presenciaron ritos de brujería en los cuales varias fueron sacrificadas para satisfacer los deseos de sangre de La Condesa.

Sus métodos sugerían una crueldad jamás imaginada: navajas que atravesaban cuerpos con el objetivo de guardar el vital líquido para el baño donde se sumergía; tijeras que abrían venas de mujeres y así servirle sangre fresca; mordidas que arrancaban tiras de carne y desgarraban nariz, labios y partes íntimas; palillos puntiagudos de madera clavados bajo las uñas de las muchachas; pezones perforados con largas agujas incandescentes; y cuando los gritos de dolor se hacían presentes, la boca de las dolientes era cosida con hilo y aguja.

Durante una década sus actos se fraguaron con el argumento de la juventud eterna, pero después de este tiempo, una de sus víctimas logró huir del castillo y su acusación llegó a oídos de las autoridades. Los calabozos fueron descubiertos y la culpable fue encontrada. La condena a muerte nunca llegó, pues su condición de noble la salvó, sin embargo, fue encerrada en la torre del castillo donde se le dejó únicamente un pequeño espacio para darle comida. Fue encontrada sin vida el 14 de agosto de 1614…

Ella habita actualmente en la esquina de las calles Victoria y Revillagigedo, en el Centro Histórico, donde nuevamente estuvo frente a mí, como si la eterna juventud por la cual vivió y murió estuviera presente. Mujer como pocas —o tal vez ninguna— da cuenta de lo sanguinario que puede ser una persona. Ante ella, las palabras huyen, el aliento se pierde y parpadear se vuelve un verdadero lujo… su nombre: Erzsebeth Bathory.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...