A esta hora de la noche el del espejo presentaba un dejo de cansancio y su mirada punzante le exigía dormir. Sin embargo, logré robarle algunos minutos para cuestionarle sobre sí mismo y a continuación mencionaré fragmentos de su respuesta:
“Nací un mes de noviembre, no recuerdo la hora exacta pero sí el lugar preciso: un rincón sureño de la ciudad donde aún habito y quisiera hacerlo por mucho tiempo más. Mi infancia transcurrió rodeada de tranquilidad, tareas escolares, raspones de rodilla y juegos callejeros ahora casi extintos”.
“Pero dejemos aquellos años en su lugar y trasladémonos al presente, pues una revolución física tuvo lugar tras haber cumplido 12 años con la consecuencia del cuerpo que hoy habito. Quizá una sobredosis de Choco Milk o la amenaza materna de no salir a jugar si no me comía la sopa fueron las responsables de buscar una cinta métrica cada vez mayor para dejar sus marcas sobre la pared, pues la altura comenzó a ganar terreno, aunque no así en la misma proporción hacia lo horizontal”.
“En fin, que la herencia de esos tiempos aunado a la influencia del hogar y sus protagonistas me han forjado, en gran medida, tal y como soy actualmente: musicalmente ochentero, deportista por vía sanguínea paterna, viajero michoacano por la maravillosa culpa de mi madre y aficionado a la primera fila de algún buen paisaje para dejar a la lente hacer de las suyas. Del gusto por la escritura no me preguntes su origen, pues ni yo mismo sé responder a esa duda que continuamente me asalta. Digamos que de un tiempo a la fecha ha sido casi una necesidad de primer orden, tanto como comer o respirar”.
“¿Acerca de mi carácter? Por favor no me cuestiones eso. Auto adjetivarme nunca ha sido uno de mis mejores hobbies, pero valga decir que haber nacido bajo el cobijo zodiacal del escorpión tiene sus detalles verdaderos: imaginativo, emocional y apasionado… de otras tantas características no me fío demasiado”.
“¿También deseas que te revele mis atributos físicos? De acuerdo. Comenzaré por decirte que mi rostro en ocasiones puede reflejar seriedad y mi mirada suele ser un poco distraída. La báscula se estacionó en el número 57 y no parece tener intenciones de moverse, pues hace tiempo el ejercicio y la herencia metabólica familiar han sido sus cómplices. Eso sí, puedo presumirte una espalda casi perfecta gracias a la alineación quiropráctica resultado de una lesión ocurrida hace un par de años”.
“Pero qué te parece si por hoy aquí le dejamos. Como podrás observar, tenemos ya sobre nuestras espaldas a las manecillas totalmente apuntando hacia el norte y mañana el día comienza de noche. Además los párpados empiezan a pesar más de lo debido y, mientras se pueda, habrá que descansar. Nos leemos en el próximo autorretrato”.
“Nací un mes de noviembre, no recuerdo la hora exacta pero sí el lugar preciso: un rincón sureño de la ciudad donde aún habito y quisiera hacerlo por mucho tiempo más. Mi infancia transcurrió rodeada de tranquilidad, tareas escolares, raspones de rodilla y juegos callejeros ahora casi extintos”.
“Pero dejemos aquellos años en su lugar y trasladémonos al presente, pues una revolución física tuvo lugar tras haber cumplido 12 años con la consecuencia del cuerpo que hoy habito. Quizá una sobredosis de Choco Milk o la amenaza materna de no salir a jugar si no me comía la sopa fueron las responsables de buscar una cinta métrica cada vez mayor para dejar sus marcas sobre la pared, pues la altura comenzó a ganar terreno, aunque no así en la misma proporción hacia lo horizontal”.
“En fin, que la herencia de esos tiempos aunado a la influencia del hogar y sus protagonistas me han forjado, en gran medida, tal y como soy actualmente: musicalmente ochentero, deportista por vía sanguínea paterna, viajero michoacano por la maravillosa culpa de mi madre y aficionado a la primera fila de algún buen paisaje para dejar a la lente hacer de las suyas. Del gusto por la escritura no me preguntes su origen, pues ni yo mismo sé responder a esa duda que continuamente me asalta. Digamos que de un tiempo a la fecha ha sido casi una necesidad de primer orden, tanto como comer o respirar”.
“¿Acerca de mi carácter? Por favor no me cuestiones eso. Auto adjetivarme nunca ha sido uno de mis mejores hobbies, pero valga decir que haber nacido bajo el cobijo zodiacal del escorpión tiene sus detalles verdaderos: imaginativo, emocional y apasionado… de otras tantas características no me fío demasiado”.
“¿También deseas que te revele mis atributos físicos? De acuerdo. Comenzaré por decirte que mi rostro en ocasiones puede reflejar seriedad y mi mirada suele ser un poco distraída. La báscula se estacionó en el número 57 y no parece tener intenciones de moverse, pues hace tiempo el ejercicio y la herencia metabólica familiar han sido sus cómplices. Eso sí, puedo presumirte una espalda casi perfecta gracias a la alineación quiropráctica resultado de una lesión ocurrida hace un par de años”.
“Pero qué te parece si por hoy aquí le dejamos. Como podrás observar, tenemos ya sobre nuestras espaldas a las manecillas totalmente apuntando hacia el norte y mañana el día comienza de noche. Además los párpados empiezan a pesar más de lo debido y, mientras se pueda, habrá que descansar. Nos leemos en el próximo autorretrato”.
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