martes, 25 de agosto de 2009

Los caballeros las prefieren brutas (3 de 3)

“Para nadie es un secreto que gran parte de la culpa de nuestros traumas juveniles la tienen los inútiles juguetes que nos enjaretaban cuando niñas. Juguetes que, bien intencionados o no, en la práctica sólo sirven para frustrarnos cuando adultas”.

¿Le suena familiar el párrafo anterior? Quizás Isabella tenga razón: Barbie para las niñas, He-Man para los niños. No puede ser al revés o ellas serían catalogadas como marimachas y ellos encasillados en el apartado gay. Pregúntenle a los comerciales que hacen pasarela en época decembrina previos a la llegada de los Reyes Magos, por citar sólo un ejemplo, y comprobarán la veracidad de las letras plasmadas en el texto.

Una cocina para jugar a la comidita o una planchita en la infancia pueden ser más que inocentes armatostes de plástico… llegado el momento adulto, verán las consecuencias en la práctica. ¿Eso les enseñan, consiente o inconscientemente a las infantiles criaturas? Luego viene la muñeca eternamente joven, la típica, la de siempre. Aquella que siempre es la misma pero nunca es igual: un accesorio es la diferencia para que todas las niñas la deseen aunque luego termine semidesnuda y desgreñada en cualquier juguetero.

Sí, Barbie, la hermosa modelo a seguir por las niñas con su novio Ken. Perfecto ejemplo del significado de una pareja feliz: auto, casa, mascota y amigos. “Ese Adonis de plástico de mirada fija y vacía (…), el muñecón de facciones perfectas que ni suda ni se despeina. Con ese mal ejemplo crecemos las mujeres en el mundo pensando que ese es el modelo del hombre perfecto: un perfecto idiota”.

Pedradas por aquí, pedradas por allá. La autora no se tienta el corazón para analizar el asunto didáctico en los primeros años de vida que surtirá efecto posteriormente. Desde luego no es regla general, creo yo, aunque la mentira no abunda del todo a través de estos párrafos.

Por eso Isabella propone una nueva Barbie: el modelo latino. No se trata de una curvilínea mujer con su coche rosa y accesorios de lujo, sino una que tenga sus propios artículos de limpieza, padezca sobrepeso y se deprima por la infidelidad de John Wilmer Ken (versión latina de su novio también)… algo más cercano a la realidad.

¿Suena realista o mejor seguimos alimentando las fantasías infantiles? Cada quien tendrá su punto de vista y la autora ya manifestó el suyo. Finalmente los juguetes son sólo eso, y si no basta con uno de supermercado, habrá que buscar de otro tipo en tiendas “más especializadas”, al fin y al cabo todos cumplen un objetivo.

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