miércoles, 18 de marzo de 2015

Fin

Se cierran ciclos tal vez para abrir nuevas puertas. Lo curioso de la vida es ver cómo lo construido a través del tiempo se derrumba en cuestión de instantes, de palabras; haces lo que crees correcto y termina como pretexto para encubrir falsos reproches. Y hay que aguantar.

Llega ese momento en el que dejas de luchar y abandonas la causa porque en ese vaivén no sabes ni dónde quedaste tú. Las despedidas físicas duelen, pero duele más renunciar a las historias.

La distancia no es ausencia, es renuncia. Y estoy pleno de adjetivos como nunca antes; ahora sé que algunas palabras son más cabronas que las acciones. El alfabeto como arma, nunca se me había ocurrido. 

Lo compartido, el ideal y el infinito pleno quedan en pausa; las certezas se desvanecen, te tragas el silencio y te escandaliza el segundero a media noche. Pero hay que agarrarse de lo que sea para recobrar al que solía ser, al que tal vez sin querer se fue perdiendo en el camino por buscar lo que creía justo.

Nunca lo ves venir, ni un poco lo consideras, pero llega ese instante en el que borras dos puntos suspensivos para convertirlo en uno final. La experiencia no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa: hoy me toca saberlo.

lunes, 2 de marzo de 2015

El autor perdido



Incontables vueltas de las manecillas desde que el insomnio se apoderó de sus pensamientos; la noche se convierte en madrugada y los minutos en horas. Decide levantarse de la cama para implorar a sus letras puestas en un monitor que alguien lo escuche, pues de un tiempo a la fecha el silencio ha sido su único confesor.

Enciende un par de velas, no porque haga suya alguna intención religiosa, sino más bien porque encuentra en esas llamas tímidas un capricho de luz para su existencia; comparte una copa de vino con sus recuerdos y ve consumir lentamente aquel cigarrillo que dibuja una línea de humo en el aire para luego desvanecerse, como él.

Canciones que apenas se escuchan de fondo, la oscuridad imperante y el ritmo vertiginoso de los segundos que avanzan implacables. Algún tiempo atrás, recuerda, solía entregarse a este ejercicio llamado por el impulso y el afán insistente de la necesidad literaria; hoy la cuota ha venido a menos pero ya no se lo reprocha.

“La noche se inventó para distraer a la nostalgia, por eso dormimos”, escribe. Su semblante permanece serio, sin perder de vista el cursor que parpadea más que sus ojos mismos. En su mente los relatos ocurren y se abriga en ellos para apaciguar el frío que somete su cuerpo y su alma. “Los recuerdos pesan más que los insomnios”, continúa con su mar de letras.

Amanece y la luz exterior va dando forma a un nuevo día. La botella de tinto ha quedado vacía, la cajetilla a la mitad y la música se apaga. Una hoja más del calendario cae y un día más de su historia permanece. La sequía de textos se multiplica y en su haber suma otra noche de sueños en pausa. ¿Qué precio tiene la ausencia? ¿Dónde habita la esperanza?

“Escribir es como embriagarse: un instante que puede durar toda la eternidad”.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...