lunes, 2 de marzo de 2015

El autor perdido



Incontables vueltas de las manecillas desde que el insomnio se apoderó de sus pensamientos; la noche se convierte en madrugada y los minutos en horas. Decide levantarse de la cama para implorar a sus letras puestas en un monitor que alguien lo escuche, pues de un tiempo a la fecha el silencio ha sido su único confesor.

Enciende un par de velas, no porque haga suya alguna intención religiosa, sino más bien porque encuentra en esas llamas tímidas un capricho de luz para su existencia; comparte una copa de vino con sus recuerdos y ve consumir lentamente aquel cigarrillo que dibuja una línea de humo en el aire para luego desvanecerse, como él.

Canciones que apenas se escuchan de fondo, la oscuridad imperante y el ritmo vertiginoso de los segundos que avanzan implacables. Algún tiempo atrás, recuerda, solía entregarse a este ejercicio llamado por el impulso y el afán insistente de la necesidad literaria; hoy la cuota ha venido a menos pero ya no se lo reprocha.

“La noche se inventó para distraer a la nostalgia, por eso dormimos”, escribe. Su semblante permanece serio, sin perder de vista el cursor que parpadea más que sus ojos mismos. En su mente los relatos ocurren y se abriga en ellos para apaciguar el frío que somete su cuerpo y su alma. “Los recuerdos pesan más que los insomnios”, continúa con su mar de letras.

Amanece y la luz exterior va dando forma a un nuevo día. La botella de tinto ha quedado vacía, la cajetilla a la mitad y la música se apaga. Una hoja más del calendario cae y un día más de su historia permanece. La sequía de textos se multiplica y en su haber suma otra noche de sueños en pausa. ¿Qué precio tiene la ausencia? ¿Dónde habita la esperanza?

“Escribir es como embriagarse: un instante que puede durar toda la eternidad”.

1 comentario:

  1. Inso.... creo que he hecho mal, en insistirte tanto, no sé que paso, ahora te vas, no dices adiós, ya no regresas, te extraño.... no volveré a presionarte... lo lamento.

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