jueves, 19 de abril de 2018

Un año después


Dicen que regresar a los lugares que amamos no sólo es recordar, sino que también es una forma de hacer frente a la cotidianidad que nos envuelve. Hoy se cumple un año de no visitar este sitio, refugio de letras que albergo desde hace poco más de una década y el sentir es extraño, pues tuve a cuestas un silencio voluntario plagado de pretextos que iban del escaso autoconvencimiento hasta la indiferencia en pleno.

Al inicio parecía aterrador, lo confieso, porque una gran parte de mí estaba aquí entre líneas y anécdotas, entre desvelos y lejanías. Entonces la ausencia se hizo presente, el sinsentido apareció de manera esporádica y el olvido fue ganando terreno. “Debe ser normal un proceso así, un respiro, la nada”, pensé en algún momento.

Hoy me encuentro con un rincón intacto, con cientos de ideas, imágenes y lo pendiente. Echar un vistazo al pasado fue rememorar esa relación con lo exterior desde el interior y lo cierto es que hoy no soy el mismo de la última vez. Las experiencias han llegado a veces sin tiempo de asimilar y tal vez esté en una especie de pausa, de un letargo que espera su fin.

Regresé porque faltan letras y relatos, porque el silencio no debe ser permanente y la expresión necesita espacio. Es grato saberse aquí nuevamente, entre títulos y frases, bajo la premisa de no fomentar más el abandono.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...