viernes, 16 de enero de 2009

Adiós a los besos

En México tenemos multas por todo: por estacionarse en doble fila, por pasarse la luz roja del semáforo, por manejar con varios grados de alcohol encima y hasta por besarse en la vía pública. Sí, ahora resulta que en territorio guanajuatense aquellas parejas que derramen miel a la vista de todos podrían ser multadas hasta con 1,560 pesos o pasar un rato tras las rejas. Lo anterior por decreto del bando de policía y buen gobierno de la entidad. ¿Pues a quién más podría ocurrírsele tan brillante idea sino a algún político mexicano?

Entonces si usted pretende pasar un fin de semana o unas merecidas vacaciones en compañía de su pareja en la mismísima tierra natal de las momias más famosas del país, tiene dos opciones: llevar la cartera dispuesta para pagar la ridícula multa, o bien, irse mentalizado para disfrutar algunas horas en una cómoda celda. ¿Verdad que ningún paquete turístico le ofrece tanto por destilar amor en las banquetas?

Pero claro, las autoridades siempre piensan en la “buena moral” y eso de besarse en público les resulta incómodo y obsceno. Lo malo del caso es que el Callejón del Beso deberá ser clausurado e incluso se le tendrá que cambiar de nombre. Ya me imagino unas cintas amarillas acordonando sus balcones con la leyenda: CENSURADO POR DECRETO OFICIAL.

Sin embargo, tal vez no todo resulte tan malo. Puede ser que al prohibir besarse en público, los hoteles tengan mayor demanda y eso sí beneficiaría al ramo turístico. “Lo que usted no puede hacer allá afuera, aquí puede practicarlo cuantas veces quiera”, diría el eslogan de uno de ellos. “No pague multa, aquí por menos dinero lo prohibido es no besarse”, rezaría otro más.

¿Pues en qué piensan las autoridades? ¿Acaso besar a la pareja es considerado ya un delito? ¿Qué sigue… una multa de 30 días de salario mínimo a quien se tome de la mano o se abrace? A mi entender, este intento de ley padece de moralitis aguditis al grado extremo de dar risa. Y como la gente no se quedó callada respecto al tema, el alcalde de aquel lugar dijo que todo había sido mal interpretado y era un simple chascarrillo. Se me hace que el señor aún tiene la cruda decembrina porque no se ha dado cuenta que el día de los inocentes ya pasó.

Y yo planeaba invitar a una bella mujer a Guanajuato para declararle mi amor y bajarle la luna y las estrellas luego de una amena callejoneada cuya conclusión hubiera sido un beso en el callejón del mismo nombre… pero mejor no, el chistecito podría salirme muy caro. Ya ven, la política y una que otra estúpida norma social nos corta la inspiración y asesina todo intento de romanticismo.

Anuncio pues la subasta de una taza que adquirí hace siete años en Guanajuato cuyo dibujo hace referencia al Callejón del Beso. Ahora que estará prohibido usar la boca para otras cosas que no sea hablar, seguramente su valor se elevará estratosféricamente. El precio inicial es de 100 pesos… ¿quién da más?

Líos de (mini) faldas

Las minifaldas dieron nuevamente de qué hablar. Pero no fue en un desfile de modas al más puro estilo europeo y presumidas por mujeres talla cero dictadoras de la moda, ni tampoco en un antro cuyos pasillos fueron improvisados como pasarela. Resulta que nuevamente la Iglesia católica, a través de algunos de sus representantes terrestres enfundados en sotana, acusó a la mujer de ser la principal responsable por los ataques sexuales recibidos gracias a su “provocadora” forma de vestir.

¿Ya ven? ¿Quién las manda a vestirse así? ¿Acaso no ven que el pudor y el recato es lo de hoy? Nada les cuesta ponerse faldas que lleguen a los tobillos y blusas de mangas extra largas con cuello de tortuga. Sólo así los hombres no voltearán a verlas y mucho menos pensarán en acosarlas.

¿No habrá otros asuntos más importantes por resolver en terrenos religiosos? Para no ir más lejos, tenemos el caso de pederastas que seguramente fueron “provocados” por la playera de Mickey Mouse, el pantalón marca Baby Crazy y los tenis Bubbleggumers de los niños para cometer sus patéticas travesuras. Seguramente los infantes fueron los culpables por tener semejantes prendas, y más aún, acusemos a sus padres por comprárselas.

Pero no hay que ser tan alarmistas. El Episcopado Mexicano reconoció en 2007 únicamente 50 casos de este tipo. Para los miles de religiosos del país, la cifra sólo pone en evidencia una que otra “aventurilla envuelta en líos de sotanas”. Digo, cualquiera tiene un desliz. Pero si volteamos a las cifras proporcionadas por la organización civil Departamento de Investigaciones de Abusos Religiosos de México, vemos que alrededor del 30% de los 19 mil curas mexicanos han caído en la tentación (para entendernos en términos religiosos), es decir, un poco más de 5 mil casos… entonces sí hay que ser alarmistas.

Al respecto, dos casos para el anecdotario: en San Luis Potosí, y luego de cuatro meses de haber hecho sus votos sacerdotales, un padre fue acusado de violar a una niña de 14 años (vaya forma de estrenar su nuevo puesto), y cuando los cargos estaban en su contra “salió de vacaciones” una semana… ¿no que el que nada debe nada teme?; y el segundo, ubicado en Veracruz, trata de la Madre Martha, quien presuntamente llevaba niños al sacerdote para hacer de las suyas, pero además lo extraordinario es que la identificada bajo el nombre de María Guadalupe Zaragoza era una maestra fallecida hace nueve años.

Ya me espanté. Ahora resulta que los votos sacerdotales no se estrenan con una misa y rezando, sino con actos más privados y lujuriosos, y peor aún, no sabía que los muertos regresaban del más allá para conseguir niños a los padrecitos y así mostrarles el camino del mal. Más bien creo que lo primero, por la bajeza del acto en sí, no tiene nombre, pero lo segundo se llama delito de robo de identidad... ¿qué es más reprobable?

Y unos acusando a las minifaldas de traición sexual. Habría que ver si un violador se guía exclusivamente por un trozo de tela arremangado o le da lo mismo unos jeans o unos pants, un suéter o un abrigo. ¿Acaso vestir de manera “recatada” asegurará a una mujer no ser víctima de un acoso de esta magnitud? ¿Por qué adjetivarlas de villanas cuando han sido las víctimas durante años?

Veo entonces que los 10 mandamientos ya se quedaron tan cortos como la prenda de vestir que hoy está sentada en el banquillo de los acusados (con todo y su portadora). Si Eva puso el ejemplo, ¿ahora resulta que siempre no? Por eso he de decir: para mí, las minifaldas no son objeto de discusión, sino más bien de admiración.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...