sábado, 7 de noviembre de 2020

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Fue un viernes a esta hora, según me cuentan. Sur de la ciudad, donde la historia comenzó y sigue vigente hasta hoy día. Alejandro, oficialmente puesto en nombre y quien hoy expresa con letras este andar, agradece al calendario, a la vida y a las personas queridas la compañía en lo físico o desde el recuerdo este 7 de noviembre.

Un recuento resultaría poco menos que imposible, pero valgan estas líneas para encontrar y compartir un poco de ánimo que ha sido minimizado estos tiempos donde las calamidades están a la orden del día. Hoy no, así lo decidí. Hoy la pausa es para abrazar desde la memoria a quienes el camino ha puesto más adelante y para sabernos cerca a pesar de las distancias los que seguimos aquí.

Hoy dediqué unos minutos para encontrarme con quien fui: aquel niño que siempre estuvo en deuda con las habilidades futboleras pero igual disfrutaba correr tras una pelota; el que jugaba libre en la calle y recorrió el catálogo de disfraces para cumplir en los festivales escolares; el mismo del raspón en la rodilla, de las caídas en bicicleta y los festejos infantiles siempre tan anhelados.

Tengo mucho que recordar y si me dieran a elegir otra vida, volvería a tomar la que tengo ahora, con el archivo de defectos y cualidades que traigo, los sinsabores y desamores, las alegrías y hasta los miedos. Pero sobre todo, rescato los momentos con las personas queridas, mi colección de amaneceres, el café y la música; las letras, las fotografías y los lugares del alma; las ideas espontáneas y aquella lesión que, sin planearla, de reboté me envió al mundo de los kilómetros a pie y en bicicleta que hoy disfruto sobremanera.

He sobrevivido a la transición tecnológica, a terremotos, crisis y ahora tratando de esquivar una pandemia. El mundo está algo loco, sí, pero he aprendido a vivir en una practicidad que hasta hace unos años me era imposible, a dejar ir, a cerrar puertas para poder abrir otras, a aligerar cargas y desatarme de culpas. Hoy no, así lo decidí y ojalá que la intención se multiplique.

Gracias a quienes me expresan felicitación en llamada o mensaje, aquí o en otros rumbos electrónicos. Sepan que lo aprecio y que hoy brindar también es por ustedes. Llegará el tiempo del abrazo pendiente y será mejor, renovado, fortalecido. Ayer fue un buen día, pero mañana debe ser mejor. Que haya Alex para rato, para mí, para ustedes.

Piso 4, bienvenido.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...