martes, 24 de junio de 2008

Iluso (tercer acto)

Era un jueves gris, llovía
Pídeme un remís, decía
En el lobby de un hotel barato
Viene de rentar su piel un rato
Con la algarabía del deber cumplido

Acrobacias del placer fingido
Un orgasmo de alquiler con ruidos
Pone boca en su carmín, escaso
Arañando el adoquín sus pasos
¿Quién tiene algo para la nariz?... pregunta

¿Podría ser de utilidad un pañuelo?
Disfracé de ingenuidad mi anzuelo
Algo para no dormir, idiota
Si me das podrías pedir mi ropa
¿Dónde encuentro nieve pa’l desvelo ahora?

Creo que 100 podría ajustar, ¿te animas?
Mi depa está al cruzar la esquina
Estoy solo como tú, fulana
Te invito a estrenar la luz mañana
No te quiero pa’ desarreglar la cama

No es lo que haces con tu boca mi muñeca rota lo que solicito
Te puedes dejar la ropa mi muñeca rota no la necesito
No es mojar la calentura, hurgar en tu cintura, lo que ando buscando
Es un poco de ternura para ver si cura lo que estoy pasando
Dijo “sí” sin sonreír... camina

Dime si el sexo sin placer te enciende
Sólo si el cliente es mujer, ¿me entiendes?
Disimulando argumenté: está claro
No te creas que me parece raro
Cada quien su gusto y su pasión, le dije

¿Te podría sujetar la mano?
Dame 100 para empezar y hablamos
Los busqué en mi pantalón y nada
Fui debajo del colchón y estaban
Se los di como quien compra un par de alas

No es lo que haces con tu boca mi muñeca rota lo que solicito
Te puedes dejar la ropa mi muñeca rota no la necesito
No es mojar la calentura, hurgar en tu cintura, lo que ando buscando
Es un poco de ternura para ver si cura lo que estoy pasando
Miró el buró y sin sonreír... momento

Si es tu ex la del buró, no hay trato
Con su mano señaló el retrato
¿La conoces? pregunté, confuso
Fue por mí quien te dejó... iluso
Ricardo Arjona

Cita en el bar (segundo acto)

Voy a contarles una historia
Muy particular
Me sucedió hace unos meses
En un viejo bar
Un hola fue suficiente
Para entablar conversación
Le improvisé un poema
Inspirado en su diadema
Las intenciones del Don Juan
Ya saben ustedes dónde van

Cuando eran siete las cervezas
Haciendo alarde de destreza
La invité a mi departamento
Inventando no sé qué cuento
Aceptó muy gustosa
Eran las dos de la madrugada
Qué manera de darle fin a la jornada

Pasó lo que tenía que pasar
La noche fue de amar y amar
Lo cómico es que al despertar
Cuando urge una caricia, me dijo
Son ochenta de los verdes
Y eso por tratarse de ti

Le dije estoy acabado
Mira no tengo ni un centavo
Sólo amanecí un poquito enamorado
¿Aceptas un cheque post fechado?
Que sirva de pago por haberte amado

Me dio un beso en la barbilla
Que me hizo un tanto cosquillas
Se vistió y se fue, adonde yo no sé
Una lágrima en su mejilla
Y en su historia otra pesadilla
Regresó y me dijo: tu deuda está saldada
Yo también me marcho algo enamorada

Le dije estoy acabado
Mira no tengo ni un centavo
Sólo amanecí un poquito enamorado
¿Aceptas un cheque post fechado?
Que sirva de pago por haberte amado

Ochenta verdes por ternura
Es una ganga en el mercado
Yo que buscaba una aventura
Y terminé enamorado
Ricardo Arjona

Abarrotería de amor (primer acto)

El misterio estaba allí
En aquella casa color ladrillo
Un faro rojo en la puerta
Y un letrero amarillo

Era una abarrotería de amor
Unos billetes para conocer el sabor
De una cama compartida
Con damas sin nombre

Con el fantasma de la virginidad
El ahorro perdió la dignidad
Rompí la alcancía
Toqué la puerta y entré

No hubo celos ni suegras
Ni tuve que invitarlas al cine
No hubo escenas ni cuñados
Y menos un maldito abogado
Era todo democracia
No había edad ni clases sociales
Si cumplías con la tarifa
Tenías tu pedacito de cielo
Cuatro besos, medio kilo de amor
Dos abrazos y un litro de sudor
Una abarrotería de amor

Allí encontré a mi maestro de escuela
A un ginecólogo y a un intelectual
A tres cantautores borrachos
Y a un gobernador

No te pongas nervioso
Me dijo una chica vestida de rojo
Entré a su cuarto siendo un chiquillo
Y al salir fui un señor

En la escuela me hablaban de Colón
Y de las tablas de multiplicación
Pero no mencionaron
Cómo es que se hace el amor

No hubo celos ni suegras
Ni tuve que invitarlas al cine
No hubo escenas ni cuñados
Y menos un maldito abogado
Era todo democracia
No había edad ni clases sociales
Si cumplías con la tarifa
Tenías tu pedacito de cielo
Cuatro besos, medio kilo de amor
Dos abrazos y un litro de sudor
Una abarrotería de amor

Ricardo Arjona

Mi segunda vez

Ya me lo había propuesto. Desde aquella primera experiencia prometí volver a repetirlo porque el placer de practicarlo me dejó un grato sabor de boca, y luego de unos días de espera, el momento llegó.

La noche previa fue un poco larga, sin embargo, cuando la mañana apareció, todo estaba listo. Me apresuré y salí en tu búsqueda. No podía esperar más. Las ansias por hacerlo me consumían minuto a minuto. Llegué al lugar acordado y te observé. El horizonte comenzó a tomar tintes de claridad y el sol se asomaba tímido. Para esos instantes las palabras sobraban y el deseo invadió mi cuerpo. Entonces llegó la hora... todo comenzó.

Ligeros movimientos de cadera y brazos se acentuaron conforme los segundos transcurrían. El reloj seguía su marcha y algunas gotas de sudor rodaron por mi frente. Recorrí tu geografía hasta el último centímetro. Continué con calma y me abalancé sobre cada una de tus curvas. Subí, bajé y me agité por momentos. Recuerdo también algún quejido que escapó de mi boca y el gesto de cansancio reflejado por instantes en mi rostro.

Pensé detenerme pero sabía que no podía. La respiración subía de intensidad y el esfuerzo crecía al paso de los minutos. Entonces cambié de posición. Debía tomar otra postura si deseaba llegar a mi objetivo, así que encorvé un poco el cuerpo, apreté los brazos y me concentré en mis movimientos.

El ritmo se aceleró. “Dos horas y sigo aquí”, me dije. Era el momento de acabar con esto. Los quejidos subieron de tono y llegué al límite cardiaco. Era la hora del clímax. Sonreí y levanté los brazos... había llegado a la meta.

Día 15 del sexto mes. Carrera del Día del Padre, 21 kilómetros. Magnífica experiencia. El próximo año nuevamente ahí estaré.

domingo, 22 de junio de 2008

Rojo atardecer

Era el día más esperado por los chavos pero, paradójicamente, también fue el último de sus vidas. El relajo estaba planeado y marcaba el inicio de sus vacaciones que, en este caso, no llegarían a disfrutar. Juventud, música, algarabía y un operativo policial tercermundista se conjugaron para dar la nota trágica del día. Así comenzó el fin de semana al norte de la ciudad.

News Divine se llamaba el lugar. Y se deberá esperar a que la memoria de la gente se pierda entre los nubarrones del tiempo para ver abierto nuevamente el establecimiento con otro nombre y, desde luego, con un nuevo amparo, ya que sus cuatro previas clausuras han servido de poco porque los negocios “debajo del agua” pueden más que cualquier papel.

¿Que ahí se vendían y consumían drogas, y la corrupción se movía a sus anchas? Eso no es noticia, lo malo es que ahora “la cuota” pagada fue mayor: vidas humanas que ahora yacen acostadas en una plancha metálica y con el cuerpo cubierto por una sábana blanca.

Versiones hay muchas, y créale a la que usted quiera. Los argumentos van de un lado para el otro, y por supuesto, nadie fue el responsable. Que si el DJ anunció el operativo, apagó la música y alentó a salir del antro; que si la policía cerró la única puerta del lugar, de apenas dos metros de ancho, donde estaban casi mil jóvenes; que si el gas lacrimógeno hizo su presencia... explíquenselo y convenzan a los padres de familia que a partir de ahora verán una recámara vacía en sus hogares. ¿Asunto sencillo?

Lo más alarmante del caso, independientemente de las vidas arrancadas sin explicación lógica, es que aún no se aprende la lección. Hace ocho años fue el incendio del Lobohombo, hoy fue una estampida humana cuya conclusión arrojó la muerte de varios jóvenes y algunos policías, ¿mañana qué sigue? Ah, pero eso sí, “hubo algunos errores en el operativo”, “usted disculpe, cancelaremos el lugar”, mágicos argumentos para tranquilizarnos, ¡cómo no! Sin olvidar la burocracia y mentiras que soportaron los padres de los hoy fallecidos en el SEMEFO, cuando la necropsia dictaba asfixia como la causa de muerte.. Me pregunto entonces si golpes y moretones visibles en un cuerpo son producto de una “asfixia”, seguramente por eso reprobé el curso de primeros auxilios en la secundaria. Por favor, ¡con esos cuentos a otra parte!

Ayer leía el comentario de una persona en un diario electrónico, y mencionaba que las revisiones a antros estarán a la orden del día y ahora sí todo permanecerá en regla. Claro, después del niño ahogado, a tapar el pozo... hasta que otra mala nueva se haga presente. Ojalá me equivoque.

viernes, 20 de junio de 2008

... siempre

Para dedicarte algunas líneas pensé en adornar mis letras y escribir cuanto adjetivo garigoleado llegase a mi mente, pero tu renuncia a toda apariencia y fingimientos lo descubriría de inmediato y entonces el maquillaje literario terminaría por aburrirnos. Olvidemos pues semejante intento y mejor invoquemos la táctica del maestro Benedetti, que consistía en ser franco y no vendernos simulacros. Sería un mejor comienzo.

Pues bien, empezaré con una confesión personal: supe de tu existencia hace un par de semanas. Llamaste mi atención entre un mundo periodístico cuyas calamidades y desgracias son el pan de cada día, y después de algunos vistazos a tu blog y los recortes de una página fechada en martes y jueves de una semana cualquiera, acabé sentado frente al monitor escribiendo como tú también lo haces a menudo.

Si me preguntaras el objetivo de estos párrafos dedicados a tu persona, te respondería con sinceridad que después de más de 10 líneas escritas aún no lo sé. Tal vez pueda enumerar una y otra cualidad de forma de ser y enfrentar la vida, pero mucho me temo que alguien más se me ha adelantado en ese renglón, por lo tanto sólo me limitaré a decirte que hoy, en este espacio, inauguras la sección de “blog no crítico o satírico” que mucho me ha dado para visitar estos rumbos electrónicos.

Tu nombre inscrito en el raiting virtual seguramente es la envidia de muchos y no es para menos, porque más allá de mostrarte tal cual eres, reflejas en tus letras un estilo tan peculiar que complementa aquello físicamente visible... “eres lo que escribes”, diría sin temor a equivocarme.

También admito mi admiración por defender de forma tan especial lo que otros tachan de incorrecto. Hacen falta más “güeritas” que apenas pasan las dos décadas de edad y que vayan por la vida sin auto-censura, fiel a sus convicciones sin dañar a terceros y, más aún, disfrutando lo que practican cotidianamente.

Y si las heroínas modernas existen, a partir de ahora he archivado tu nombre en esa carpeta personal. Mientras la vida te dé para continuar haciendo lo que te plazca y de rebote nos desprenda una sonrisa o mínima reflexión, yo estaré agradecido por ello.

Todos deberíamos tener un manifiesto como el tuyo, para pregonar con toda certeza el porqué de nuestro andar por esta Tierra y encontrarle sentido a lo que muchas veces vivimos de cabeza.

Cuentas ya con un bloguero para leerte, y entre cientos más —tal vez miles— alguien seguirá tus episodios diarios cual si fuera la mejor serie televisiva que en mis años pubertos no solía perderme, y todo para repetir la misma moraleja de “irse a dormir con más decisiones que ayer, pero menos que mañana”.

viernes, 6 de junio de 2008

En busca de la muerte

Eso de recorrer tiendas en centros comerciales no se me da, e incluso admito que la flojera se apodera de mi ser con tan sólo pensar en ello. Y si no lo hago en México, menos me sucedería en otros países. En muchos casos se puede despilfarrar dinero comprando chuchería y media con el pretexto de lo “exclusivo”, para que en poco tiempo el artículo en cuestión termine arrumbado en un clóset o debajo de la cama.

Pero eso sí, hay de shoppings a shoppings. Ayer me enteré de uno que llamó mi atención, y cómo no, si la ciudadana australiana mencionada en la nota pagó 2,860 dólares para venir a México porque alguien le prometió encontrar aquí algo que en otros lugares del mundo no resulta sencillo: el Pentobarbital. Y no se trata de una nueva plaza comercial o una zona exclusiva para adquirir prendas de moda, sino más bien de un frasco que contiene a la muerte misma.

¿Se imagina usted a personas extranjeras, con mapa en mano, buscando farmacias veterinarias para encontrar el líquido que proporciona en 60 minutos una muerte sin dolor? ¿Dónde cree que es posible adquirir el susodicho frasco gracias a las leyes tan flexibles? Adivinó…en tierra azteca.

Resulta pues que activistas a favor de la eutanasia han propagado la noticia de la “opción mexicana”. Se trata de una droga de uso veterinario que ofrece a las mascotas una muerte sin dolor, algo así como una sobredosis de anestesia provocadora del sueño antes de detener el sistema respiratorio. Y si en perros funciona, ¿quién dijo que en humanos no?

Esto abre nuevamente el debate sobre el tema, y aunque podemos pasar horas y horas para decidir qué es “lo bueno” en este caso, en realidad no llegaríamos a ninguna conclusión, porque la palabra eutanasia existe tanto en los diccionarios médicos, como en los políticos, religiosos y morales… ahí el detalle.

Sólo quienes han vivido de cerca una situación de esta magnitud saben el tamaño del problema, sin embargo, los seres humanos de este planeta no estamos exentos a reflexionar acerca de él. Por eso hoy tengo más dudas que respuestas: ¿los que hacen las leyes habrán pasado por algo así?, ¿cuál sería entonces su postura? Nosotros no decidimos nacer, ¿pero podemos decidir cómo y cuándo morir? ¿Dónde queda la voluntad de un enfermo terminal y quién mejor que él para conocer el dolor al cual se enfrenta? ¿Qué es más inhumano: la agonía o interrumpir una vida sin vida?

Y así como Michael Irwin, ex director médico de las Naciones Unidas, planea traer este año a México a una docena de británicos para adquirir la sustancia, ¿cuántos más considerarán a partir de ahora venir a estos rumbos para comprar el frasco etiquetado? Paradojas de este mundo… en este instante me viene a la mente la publicidad de una empresa de seguros cuyo slogan dice: “Cuidamos lo que amas de la vida”. ¿El Pentobarbital sería entonces la contraparte? ¿Acaso su slogan diría: “Cuidamos que mueras cuando ya no puedas amar la vida”?... cuestión de enfoques.

Siempre

Solía amortiguar la rutina en mi trinchera de letras que almacenaba en este rincón electrónico desde donde malabareaba con frases, párrafo...