Lugar donde inicia esta historia: el Paraíso. Protagonistas: los únicos dos que usted ya conoce.
La aburrición se había apoderado de Adán, quien, harto de regar flores y tratar de enamorar a la nada atractiva culebra, cometió el gran error de su vida: pedirle a Dios una compañera. El Todopoderoso, considerando los altos aranceles y el exceso de trabajo que tuvo al crear el mundo en siete días, no contaba con material para elaborarla, por lo cual le dijo que experimentaría un poco y la sacaría de una de sus costillas. Adán, no convencido del todo, accedió a la propuesta de Dios ante las escasas posibilidades de ver materializado su deseo.
Y así sucedió. La primera cirugía estética con trasplante conocida en la historia de la humanidad se fraguó gracias a la costilla del primer poblador del mundo y Eva vio la luz. Seductora, perfecta y curvilínea como era, inauguró el sexo femenino en el planeta y había sido concedida a Adán para acompañarlo por la eternidad. La Primera Mujer del Paraíso fue su cargo otorgado, nada de Primera Ministra o Primera Dama de algún país. Sólo debía preocuparse por respirar y andar desnuda bronceándose porque ni ropa sucia debía lavar, pues tampoco había.
Todo era gratis, y Eva se la pasaba seduciendo a su pareja para que fuera él quien enfrentara a las culebras. Sin embargo, Adán no era muy bueno para los negocios y jamás se las ingenió “para ponerse a mano” con el animal rastrero aquel por el asunto de las manzanas, así que a ambos los desterraron del Paraíso…
Lugar donde continúa esta historia: planeta Tierra. Protagonistas: los únicos dos que usted ya conoce (sólo que ahora vestidos de saco, pantalón y corbata, y traje sastre con zapatos te tacón).
Si Eva tenía a Adán para hacer todos los molestos encargos, ¿por qué ahora es la mujer quien hace fila en el banco, paga las cuentas a final de mes, lleva y recoge a los niños en la escuela, y llega a tiempo para hacer la comida?
“Sí, lo admito. Eva es mi ídolo personal, porque a ella le sobraba el tiempo para todo. Desayunaba y quedaba desocupada. En cambio yo, por desafiar los parámetros bíblicos, desayuno en el Mc’Donalds más cercano y de prisa. Porque siempre voy tarde a donde sea. A las mujeres modernas no nos alcanza el tiempo para nada”.
“¿Por qué iba Dios a mandar a sus pupilos a la gran ciudad permanentemente expuestos al smog, donde hay bancos, préstamos, deudas con sobregiros y tasas de interés altísimas? Donde la especie humana se extingue rápidamente entre embotellamientos, jefes insoportables y ventas al por mayor y al por menor, donde la fe sea agota en medio de tanta desilusión amorosa (…) ¿En qué nos metieron? No, Adán ha debido negociar mejor con esa culebra. A lo mejor ha debido mandar a Eva, pues muy seguramente habría utilizado bien sus recursos de persuasión con los que también nació dotada la primera mujer (…) Entonces si eso dice la Biblia, ¿por qué cambiar el curso de la historia, de nuestra propia historia?”.
Isabella lo escribió, a mí no me culpen. Pero me declaro cómplice de gran parte de sus argumentos. El rol femenino ha cambiado, y evolucionado, con creces. La analogía de nuestra realidad con la historia del Paraíso es un punto de vista válido (y hasta divertido), sólo falta preguntarnos, y preguntarles a ellas, cuál es verdadero papel que desean jugar en la sociedad moderna. ¿Responsabilidades propias es igual a libertad, o más bien un tipo de esclavitud disfrazada? ¿Cuál es el verdadero costo del éxito y quiénes están realmente dispuestas a pagarlo (incluyendo las letras chiquitas del contrato)?
Esta historia, todavía, continuará…
La aburrición se había apoderado de Adán, quien, harto de regar flores y tratar de enamorar a la nada atractiva culebra, cometió el gran error de su vida: pedirle a Dios una compañera. El Todopoderoso, considerando los altos aranceles y el exceso de trabajo que tuvo al crear el mundo en siete días, no contaba con material para elaborarla, por lo cual le dijo que experimentaría un poco y la sacaría de una de sus costillas. Adán, no convencido del todo, accedió a la propuesta de Dios ante las escasas posibilidades de ver materializado su deseo.
Y así sucedió. La primera cirugía estética con trasplante conocida en la historia de la humanidad se fraguó gracias a la costilla del primer poblador del mundo y Eva vio la luz. Seductora, perfecta y curvilínea como era, inauguró el sexo femenino en el planeta y había sido concedida a Adán para acompañarlo por la eternidad. La Primera Mujer del Paraíso fue su cargo otorgado, nada de Primera Ministra o Primera Dama de algún país. Sólo debía preocuparse por respirar y andar desnuda bronceándose porque ni ropa sucia debía lavar, pues tampoco había.
Todo era gratis, y Eva se la pasaba seduciendo a su pareja para que fuera él quien enfrentara a las culebras. Sin embargo, Adán no era muy bueno para los negocios y jamás se las ingenió “para ponerse a mano” con el animal rastrero aquel por el asunto de las manzanas, así que a ambos los desterraron del Paraíso…
Lugar donde continúa esta historia: planeta Tierra. Protagonistas: los únicos dos que usted ya conoce (sólo que ahora vestidos de saco, pantalón y corbata, y traje sastre con zapatos te tacón).
Si Eva tenía a Adán para hacer todos los molestos encargos, ¿por qué ahora es la mujer quien hace fila en el banco, paga las cuentas a final de mes, lleva y recoge a los niños en la escuela, y llega a tiempo para hacer la comida?
“Sí, lo admito. Eva es mi ídolo personal, porque a ella le sobraba el tiempo para todo. Desayunaba y quedaba desocupada. En cambio yo, por desafiar los parámetros bíblicos, desayuno en el Mc’Donalds más cercano y de prisa. Porque siempre voy tarde a donde sea. A las mujeres modernas no nos alcanza el tiempo para nada”.
“¿Por qué iba Dios a mandar a sus pupilos a la gran ciudad permanentemente expuestos al smog, donde hay bancos, préstamos, deudas con sobregiros y tasas de interés altísimas? Donde la especie humana se extingue rápidamente entre embotellamientos, jefes insoportables y ventas al por mayor y al por menor, donde la fe sea agota en medio de tanta desilusión amorosa (…) ¿En qué nos metieron? No, Adán ha debido negociar mejor con esa culebra. A lo mejor ha debido mandar a Eva, pues muy seguramente habría utilizado bien sus recursos de persuasión con los que también nació dotada la primera mujer (…) Entonces si eso dice la Biblia, ¿por qué cambiar el curso de la historia, de nuestra propia historia?”.
Isabella lo escribió, a mí no me culpen. Pero me declaro cómplice de gran parte de sus argumentos. El rol femenino ha cambiado, y evolucionado, con creces. La analogía de nuestra realidad con la historia del Paraíso es un punto de vista válido (y hasta divertido), sólo falta preguntarnos, y preguntarles a ellas, cuál es verdadero papel que desean jugar en la sociedad moderna. ¿Responsabilidades propias es igual a libertad, o más bien un tipo de esclavitud disfrazada? ¿Cuál es el verdadero costo del éxito y quiénes están realmente dispuestas a pagarlo (incluyendo las letras chiquitas del contrato)?
Esta historia, todavía, continuará…
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