miércoles, 15 de agosto de 2007

De obesidad y contaminación

Hace algunos días llegó a mis manos un periódico de distribución gratuita que tenía en su interior un par de opiniones enviadas por lectores de la publicación. Ambas llamaron mi atención por el tono de crítica que manejan y sus pocos argumentos para sustentarla. Y cómo no, si les dan un pedacito de página para soltar su verbo y encima de eso, decían cada cosa que... bueno.

La primera de ellas, con referencia a la obesidad en México y su posible causa, acusaba directamente a las empresas trasnacionales y a su “bombardeo de comerciales” de los productos chatarra que consumimos, y por consecuencia del sobrepeso que muchos padecen. Pues estimada lectora, le tengo una mala noticia: la publicidad no es la causa de que muchos gorditos paseen por este país. O a ver, dígame usted, ¿cuándo ha visto un solo comercial de los productos y golosinas que los niños consumen en sus escuelas? Jamás en mi vida he sabido de anuncios televisivos y radiofónicos donde pasen los chicharrones caseros de Doña Chuche de cinco pesos, o las quesadillas de Don Poncho. Ya ni hablemos de los sopes, gorditas, hamburguesas y demás comida rápida que venden casi en cada esquina y mucha gente adquiere como parte de su dieta cotidiana.

Acusación falsa, desde luego. Y para rematar su opinión, pide al gobierno regular el contenido de los comerciales. ¿Por qué mejor no regula usted sus hábitos alimentarios? Lo más increíble de todo, dice, es que no cambiamos. Lo increíble, diría yo, es que le eche la culpa a los medios informativos de lo ocurrido en su entorno. Por ejemplo, cerca del lugar donde trabajo existen muchos establecimientos y puestos en los cuales venden un sinfín de productos poco nutritivos, pero también existe comida de calidad más barata que la llamada “chatarra”. Si me alimentara mal es por decisión propia y no porque la tele me lo diga.

¿Acaso dejar de ver la “caja idiota” o apagar la radio mejorará los niveles de salud en México? ¿Será ese el remedio para acabar con el sobrepeso? Yo creo que no. Mejor revise primero su alacena, su refrigerador y los lugares donde come, y luego envía su punto de vista por favor.

Luego, la segunda opinión, se acerca a la propuesta de que los autos dejen de circular un sábado de cada mes. “Se me hace absurdo”, dice claramente el lector, mientras critica la consulta que hizo el gobierno del DF para algunos temas al respecto. Dice además que no tiene tiempo para votar por cosas tan tontas. Ah, pero eso sí, hace un berrinche literario de grandes dimensiones porque según él, los gobernantes no piensan en la gente de clase media como él.

No tiene tiempo para dedicarle al asunto, dice, pero curiosamente ha de querer circular toda la semana porque por ser contribuyente ya cree tener derecho a contaminar más este planeta. Y finaliza su opinión diciendo que el transporte público es una verdadera porquería de inseguridad y mal funcionamiento. Ahí le concedo el beneficio de la dudototota pero señor, menciona que para mejorar la circulación se deberían revisar los estudios de tráfico y contaminación donde el 30% de ese tránsito corresponde al transporte pesado que cruza la ciudad. Pues será muy buen estadista, pero al hacer su comentario no se fijó que usted forma parte del 70% restante (a menos que tenga un camión de redilas). ¿Entonces quién contamina más?

De todo se quejan muchos pobladores. ¿Por qué mejor no dicen: yo propongo...? En esta vida resulta más fácil criticar y echar culpas al ajeno que dar un paso voluntario hacia el mejoramiento de algunos asuntos. Y a ese periódico, por muy gratuito que sea, le recomiendo revisar las opiniones que llegan a su redacción antes de publicarlas en tirajes de miles... ya ven, también yo sé quejarme.

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