Ave María Purísima, sin pecado concebida…
Confieso en este blog y ante ustedes, queridos lectores —pues en los sacerdotes no confío por aquello de la pederastia—, que he pecado. Luego de encontrarle mil y un detalles absurdos al dichoso RENAUT, ayer, seguramente después del tremendo viaje que me puse por inhalar un aromatizante lavanda, sucumbí a la tentación de registrar mi celular en la mejor barrabasada del presente año. Pero lo rescatable del caso es que San Motorola y sus apóstoles ya me concedieron su perdón porque hoy mismo me di de baja del famoso registro (también se puede hacer pero pocos lo saben).
Seguramente a los autores intelectuales de tal iniciativa se les ocurrió en una noche de copas y pensaron que estaban inventando el hilo negro:
—Ahora sí señores, hic… un mensaje celular nos, hic… nos salvará de la delincuencia y se acabarán los secuestros y extorsiones, hic.
—Sí, yo apoyo a, hic… mi compañero, qué digo compañero, hermano del alma, en su ideota, hic… por eso te quiero mucho, sabes que eres mi brother. Tan brillante solución sólo a nosotros los políticos, hic… se nos pudo haber ocurrido. ¡Saluuuuuúd!
—¡Saluuuuuúd!
Pero no seamos tan pesimistas y veamos el lado positivo… mmm… esteee… mmm. Mejor sí seamos pesimistas porque no existe tal. Según dijeron, es para evitar extorsiones y fraudes… a los que ellos mismos nos tienen acostumbrados, pues muchos se hacen desde cárceles, ¿y con permiso de quién? Además, ¿no se supone que al momento de comprar un teléfono celular están nuestros datos en la factura? ¿Para qué los quieren otra vez? Lo más seguro es que el delirio de persecución ya invadió a los mandamases de la nación, mejor sería recomendarles un psicólogo.
Y sólo por mencionar algunas mentiritas del RENAUT, aquí les va el dato:
• El contador en la página web de la COFETEL era un programa sincronizado con la computadora donde se visualizaba; si se le cambiaba el dato y la cifra, se alteraba, ya sea en lo pasado o en lo futuro, por lo tanto la “cifra oficial” era un argumento a lo Pinocho. ¿Esa es la credibilidad que tanto presumen?
• Decían que había casi 12 millones de usuarios en proceso de su registro desde que venció el plazo. Cuatro días después de la fatídica fecha, a mí me llegó la confirmación en cinco horas, y el mensaje donde me di de baja, en una… yo pensaba estar en la fila durante días y días.
• Muchos se registraron con nombres falsos e incluso resultó que Felipe Calderón ¡tiene más de cinco mil celulares! (¿tendrá el don de la ubicuidad como La Llorona en tiempos de la Colonia?).
• En la cámara de diputados ya se pidió interrumpir la instrumentación del RENAUT. ¿Pues apoco pensaban que las telefónicas perderían millones de pesos por capricho de algunos? Nos pintaron el apocalipsis telefónico y al final sus abuelitas dijeron que siempre no.
En fin, que si mandan mi línea al limbo celular, como dice el eslogan de una marca chelera: “La cosa es buscarle”. Busquemos entonces nombres y fechas de nacimiento de quien se nos ocurra y demos de alta esos datos en nuestro teléfono. ¿Se imaginan uno robado que extorsiona a nombre de Luis Donaldo Colosio? ¡Dirán que no andaba muerto, andaba de parranda! Yo, mientras tanto, estoy fuera del registro —por fortuna y gracia divina—. Al menos pude retractarme de mi acto (y también deseché el aromatizante lavanda), pero habrá quienes queden en ridículo cuando vean que su ocurrencia va a dar derechito y sin escalas al cesto de basura. En el último de los casos, cuando me pregunten por qué me registré, responderé al más puro estilo Cabañas: “no recuerdo nada”.
Confieso en este blog y ante ustedes, queridos lectores —pues en los sacerdotes no confío por aquello de la pederastia—, que he pecado. Luego de encontrarle mil y un detalles absurdos al dichoso RENAUT, ayer, seguramente después del tremendo viaje que me puse por inhalar un aromatizante lavanda, sucumbí a la tentación de registrar mi celular en la mejor barrabasada del presente año. Pero lo rescatable del caso es que San Motorola y sus apóstoles ya me concedieron su perdón porque hoy mismo me di de baja del famoso registro (también se puede hacer pero pocos lo saben).
Seguramente a los autores intelectuales de tal iniciativa se les ocurrió en una noche de copas y pensaron que estaban inventando el hilo negro:
—Ahora sí señores, hic… un mensaje celular nos, hic… nos salvará de la delincuencia y se acabarán los secuestros y extorsiones, hic.
—Sí, yo apoyo a, hic… mi compañero, qué digo compañero, hermano del alma, en su ideota, hic… por eso te quiero mucho, sabes que eres mi brother. Tan brillante solución sólo a nosotros los políticos, hic… se nos pudo haber ocurrido. ¡Saluuuuuúd!
—¡Saluuuuuúd!
Pero no seamos tan pesimistas y veamos el lado positivo… mmm… esteee… mmm. Mejor sí seamos pesimistas porque no existe tal. Según dijeron, es para evitar extorsiones y fraudes… a los que ellos mismos nos tienen acostumbrados, pues muchos se hacen desde cárceles, ¿y con permiso de quién? Además, ¿no se supone que al momento de comprar un teléfono celular están nuestros datos en la factura? ¿Para qué los quieren otra vez? Lo más seguro es que el delirio de persecución ya invadió a los mandamases de la nación, mejor sería recomendarles un psicólogo.
Y sólo por mencionar algunas mentiritas del RENAUT, aquí les va el dato:
• El contador en la página web de la COFETEL era un programa sincronizado con la computadora donde se visualizaba; si se le cambiaba el dato y la cifra, se alteraba, ya sea en lo pasado o en lo futuro, por lo tanto la “cifra oficial” era un argumento a lo Pinocho. ¿Esa es la credibilidad que tanto presumen?
• Decían que había casi 12 millones de usuarios en proceso de su registro desde que venció el plazo. Cuatro días después de la fatídica fecha, a mí me llegó la confirmación en cinco horas, y el mensaje donde me di de baja, en una… yo pensaba estar en la fila durante días y días.
• Muchos se registraron con nombres falsos e incluso resultó que Felipe Calderón ¡tiene más de cinco mil celulares! (¿tendrá el don de la ubicuidad como La Llorona en tiempos de la Colonia?).
• En la cámara de diputados ya se pidió interrumpir la instrumentación del RENAUT. ¿Pues apoco pensaban que las telefónicas perderían millones de pesos por capricho de algunos? Nos pintaron el apocalipsis telefónico y al final sus abuelitas dijeron que siempre no.
En fin, que si mandan mi línea al limbo celular, como dice el eslogan de una marca chelera: “La cosa es buscarle”. Busquemos entonces nombres y fechas de nacimiento de quien se nos ocurra y demos de alta esos datos en nuestro teléfono. ¿Se imaginan uno robado que extorsiona a nombre de Luis Donaldo Colosio? ¡Dirán que no andaba muerto, andaba de parranda! Yo, mientras tanto, estoy fuera del registro —por fortuna y gracia divina—. Al menos pude retractarme de mi acto (y también deseché el aromatizante lavanda), pero habrá quienes queden en ridículo cuando vean que su ocurrencia va a dar derechito y sin escalas al cesto de basura. En el último de los casos, cuando me pregunten por qué me registré, responderé al más puro estilo Cabañas: “no recuerdo nada”.
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