A ver si es cierto. Hoy viernes 20 de julio de 2007 entra en vigor el reglamento de tránsito (corregido y aumentado), y tendremos una educación vial de primer mundo. Deberíamos preguntar primero quién lo conoce bien a bien, porque supe de algunos policías que a un día del estreno del sonado librito no tenían ni la más remota idea de su contenido. Otros más vendían los ejemplares a 15 pesos cuando debían ser regalados a los automovilistas. ¿No que ahora sí muy transparente el asunto?
Pero seamos optimistas, aunque el acontecer urbano en cuatro ruedas se torne aburrido. Ya no se sentirá la adrenalina al darse una vuelta prohibida y saberse fuera del alcance de un policía; no se podrá recordar amablemente a la progenitora de algún uniformado, tampoco reírse de su clásico “oríllese a la orilla”; los chamacos no dejarán de molestar porque les quitaron la pantalla que los entretenía en medio del tráfico cotidiano; y ya no se podrán tener alrededor de las placas aquellas luces neón que hacían parecer a los autos árboles navideños ambulantes. Y ya mejor no le sigo, podría terminar hundido en la depresión vial.
Apenas ayer en una excursión por la ciudad puse atención en la cultura de los automovilistas: uno estacionado en plenas líneas peatonales, otro que se pasa el alto y aquel que da una vuelta prohibida. Esos momentos los disfruté tanto y casi lloro de emoción porque sé que nunca más se volverán a repetir. Oh sí, seguramente los extrañaré.
Ah, pero lo bueno de todo es que con las multas se podrán acumular puntos. Con cada papelito expedido por manos de los polis estaremos más cerca de canjear un retiro de licencia por tres años. Ya le copiaron su estrategia al cine, a ver si al menos dan una credencial para presumirla. También si se paga la infracción antes de tres meses tendrá 50% de descuento… ni la gran barata de algunas tiendas departamentales. Imagino a los vigilantes viales ofertando multas por doquier: ¡Lleve su infracción, llévela, llévela!
Caso nostálgico será el de los radares. En el recuerdo quedará aquella motocicleta que circuló a 238 kilómetros por hora en Churubusco, o el del Nissan 350Z que alcanzó los 230 kilómetros por hora en el periférico. Nunca más volverán a suceder.
Lo que me tiene un tanto preocupado es que la Secretaría de Seguridad Pública informó que solamente los uniformados con ciertas características podrán levantar las susodichas infracciones, ¿y los otros polis seguirán con las mordidas entonces? Újule, así no le entro al juego. Además sólo se imprimieron 100 mil boletas para las multas. Bueno, esperaré unos tres días a que se acaben y entonces podré salir en el auto sin cinturón de seguridad, con vidrios polarizados y hablando por celular, al fin que para entonces ya se habrán agotado los papelitos de las infracciones.
Veremos pues cuánto aguanta este nuevo reglamento. Ya conocemos eso de que al principio todos serios y al pie de la letra, y luego se nos va la memoria y regresamos a lo de antes. Así que ya saben, o nos portamos bien o podemos pasar unas horas en el bote.
Pero seamos optimistas, aunque el acontecer urbano en cuatro ruedas se torne aburrido. Ya no se sentirá la adrenalina al darse una vuelta prohibida y saberse fuera del alcance de un policía; no se podrá recordar amablemente a la progenitora de algún uniformado, tampoco reírse de su clásico “oríllese a la orilla”; los chamacos no dejarán de molestar porque les quitaron la pantalla que los entretenía en medio del tráfico cotidiano; y ya no se podrán tener alrededor de las placas aquellas luces neón que hacían parecer a los autos árboles navideños ambulantes. Y ya mejor no le sigo, podría terminar hundido en la depresión vial.
Apenas ayer en una excursión por la ciudad puse atención en la cultura de los automovilistas: uno estacionado en plenas líneas peatonales, otro que se pasa el alto y aquel que da una vuelta prohibida. Esos momentos los disfruté tanto y casi lloro de emoción porque sé que nunca más se volverán a repetir. Oh sí, seguramente los extrañaré.
Ah, pero lo bueno de todo es que con las multas se podrán acumular puntos. Con cada papelito expedido por manos de los polis estaremos más cerca de canjear un retiro de licencia por tres años. Ya le copiaron su estrategia al cine, a ver si al menos dan una credencial para presumirla. También si se paga la infracción antes de tres meses tendrá 50% de descuento… ni la gran barata de algunas tiendas departamentales. Imagino a los vigilantes viales ofertando multas por doquier: ¡Lleve su infracción, llévela, llévela!
Caso nostálgico será el de los radares. En el recuerdo quedará aquella motocicleta que circuló a 238 kilómetros por hora en Churubusco, o el del Nissan 350Z que alcanzó los 230 kilómetros por hora en el periférico. Nunca más volverán a suceder.
Lo que me tiene un tanto preocupado es que la Secretaría de Seguridad Pública informó que solamente los uniformados con ciertas características podrán levantar las susodichas infracciones, ¿y los otros polis seguirán con las mordidas entonces? Újule, así no le entro al juego. Además sólo se imprimieron 100 mil boletas para las multas. Bueno, esperaré unos tres días a que se acaben y entonces podré salir en el auto sin cinturón de seguridad, con vidrios polarizados y hablando por celular, al fin que para entonces ya se habrán agotado los papelitos de las infracciones.
Veremos pues cuánto aguanta este nuevo reglamento. Ya conocemos eso de que al principio todos serios y al pie de la letra, y luego se nos va la memoria y regresamos a lo de antes. Así que ya saben, o nos portamos bien o podemos pasar unas horas en el bote.
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