viernes, 12 de junio de 2009

Cuidado con lo que pisas

Ayer en mi lugar de trabajo rondaba una mosca cuyo paseo frente a mi vista no dejaba de molestarme. Una y otra vez solté manotazos al aire con la intención de cazarla pero su habilidad fugitiva me ganó la partida. Después de un rato seguramente se aburrió de ver mi disgusto por su presencia y decidió mudarse a otro lugar para ver si conocía a alguien con mejor agilidad para atrapar insectos.

¿Cuántas veces nos ha pasado algo similar? La mosca haciendo de las suyas en la hora de la comida, el maldito mosco con su concierto de zumbidos a mitad de la madrugada mientras dormimos, o cualquier extraño ejemplar con más de cuatro patas que se aparece de la nada y nos pega tremendo susto. Sí, en ocasiones los mundos animal y humano no coinciden en sana convivencia y a nosotros nos da por rociarles insecticida, triturarlos con el primer periódico que tenemos a la mano o dejarles caer la suela del zapato con todo el rigor que nos viene en gana.

En ese aspecto la mayoría no somos tan diferentes. Y aunque de repente me entra el instinto de salvar al planeta y cuidar sus especies animales para no arrastrarlas al borde de la extinción, cuando la paciencia se agota, un insecto en mal momento es sinónimo de desquite.

Sin embargo, hoy leí una noticia que me invitó a la reflexión: “Denuncian a hombre que mató a hormiga, esperan sentencia islámica”. Primero no supe qué pensar, y luego revisé la suela de mi tenis con el miedo de encontrar algún diminuto cadáver que me enviara derechito y sin escalas tras las rejas. Afortunadamente no había restos para ser utilizados como evidencia en mi contra.

Curiosidades del mundo pues. Entre los resquicios del Corán, según se menciona en la nota, el profeta Mahoma prohíbe matar hormigas y este sujeto le aplicó la trituradora sin saber a lo que le tiraba. ¿Y cuál será la sentencia? Ni el mismo juez lo sabe todavía porque es la primera vez que enfrenta un caso de esta naturaleza.

¿Banalidad o expresión legítima de una ley o religión? Cada persona tendrá una respuesta según su contexto cultural le dicte, pero aquello que parece simplón ya metió en un lío a alguien. Aquí en México deberían hacer algo similar pero con algunas ligeras modificaciones, por ejemplo: premiar a todo aquel que pise, atropelle o maltrate a cuanta rata se le atraviese (y no me refiero precisamente a las grises de cuatro patas), o reírse a carcajada abierta para después abuchear a algunos ratones pintados de color verde (perdón, prometí no hablar más de futbol).

A veces ya no sabemos si las leyes están a favor o en contra nuestra, pero en territorio azteca no podemos confiarnos del todo. Si golpeas a quien trata de asaltarte y lo dejas con unos cuantos moretones, hasta Derechos Humanos te hace la vida de cuadritos. ¿Y si pisamos a una cochinilla que se atravesó en nuestro camino? ¿La Sociedad Protectora de Animales nos mandaría al banquillo de los acusados?

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