Algunos detestan la soledad, tal vez porque hace reflexionar y pocos lo desean realmente. Hoy, bajo esta noche de viernes, me encuentro instalado en esa sintonía personal, aunque hasta ahora el saldo no es del todo negativo. Hace meses había buscado algún día que me hiciera escapar de la rutina e irme lejos, adonde fuera, únicamente conmigo mismo y la mejor de las intenciones para exorcizar cuanto mal me aquejaba. Pero las semanas pasaban y aquí seguía, estacionado en la misma intención y casi con raíces atadas a mis pies.
Curiosidades del destino: tanto intenté huir que nunca lo logré, y hoy todos se han ido de casa menos yo. Con volumen tenue escucho canciones dignas del mejor cortón de venas, pero no hacen mella en mis sentidos. Quizá sea inmunidad o simple resignación, no lo sé y tampoco quiero averiguarlo. Hace un par de horas recorrí el circuito universitario en bicicleta y era el único mortal rondando por ahí, en medio de la oscuridad. Se supone que salí para no encontrarme conmigo mismo y aún así no pude lograrlo. Segundo intento fallido.
Página 27 del mismo libro repasado por cuarta vez: “¿de qué sirve pasarse toda la noche huyendo de ti mismo si, al final, consigues darte alcance en tu propio domicilio?”... Beigbeder me caía bien, pero ya no me hace tanta gracia... Página 55: “la vida siempre se las apaña para complicarlo todo, ¿o somos nosotros los que nos buscamos las complicaciones?”. Suficiente. He decidido cerrar el texto. Soledad o reflexión, habrá que escoger una a la vez, porque ambas son como mezclar tequila y vodka en la misma borrachera.
Pero decía que el saldo no es del todo negativo. Ya no me asalta la ansiedad puberta de los fines de semana para amanecer en cualquier lugar que no sea en casa y junto a personas conocidas de una sola noche. ¿Sobriedad a los 28 o vejez antes de los 30? Tampoco deseo ahondar en ese asunto. La reflexión me persigue pero yo seré más rápido que ella.
Tengo sueño. Al menos el ejercicio sirvió para relajarme. El celular ha enmudecido, los vecinos también. Por hoy no seré el escandaloso cotidiano para evitar que los fusibles de mi casa terminen fuera de su lugar y en manos de otros. Todo está en calma, incluso yo. Sin embargo, y para no variar respecto al tema de este post, el tema 14 del mismo CD nuevamente me hace reflexionar: “si decides verte bien pórtate mal, y de portarte mal, avísame”.
Dicen que la noche se inventó para dormir, pero puede haber excepciones... averiguaré si esta premisa es verdad o no. Ahuyentaré un rato el sueño, tal vez al perderlo gane algo.
Curiosidades del destino: tanto intenté huir que nunca lo logré, y hoy todos se han ido de casa menos yo. Con volumen tenue escucho canciones dignas del mejor cortón de venas, pero no hacen mella en mis sentidos. Quizá sea inmunidad o simple resignación, no lo sé y tampoco quiero averiguarlo. Hace un par de horas recorrí el circuito universitario en bicicleta y era el único mortal rondando por ahí, en medio de la oscuridad. Se supone que salí para no encontrarme conmigo mismo y aún así no pude lograrlo. Segundo intento fallido.
Página 27 del mismo libro repasado por cuarta vez: “¿de qué sirve pasarse toda la noche huyendo de ti mismo si, al final, consigues darte alcance en tu propio domicilio?”... Beigbeder me caía bien, pero ya no me hace tanta gracia... Página 55: “la vida siempre se las apaña para complicarlo todo, ¿o somos nosotros los que nos buscamos las complicaciones?”. Suficiente. He decidido cerrar el texto. Soledad o reflexión, habrá que escoger una a la vez, porque ambas son como mezclar tequila y vodka en la misma borrachera.
Pero decía que el saldo no es del todo negativo. Ya no me asalta la ansiedad puberta de los fines de semana para amanecer en cualquier lugar que no sea en casa y junto a personas conocidas de una sola noche. ¿Sobriedad a los 28 o vejez antes de los 30? Tampoco deseo ahondar en ese asunto. La reflexión me persigue pero yo seré más rápido que ella.
Tengo sueño. Al menos el ejercicio sirvió para relajarme. El celular ha enmudecido, los vecinos también. Por hoy no seré el escandaloso cotidiano para evitar que los fusibles de mi casa terminen fuera de su lugar y en manos de otros. Todo está en calma, incluso yo. Sin embargo, y para no variar respecto al tema de este post, el tema 14 del mismo CD nuevamente me hace reflexionar: “si decides verte bien pórtate mal, y de portarte mal, avísame”.
Dicen que la noche se inventó para dormir, pero puede haber excepciones... averiguaré si esta premisa es verdad o no. Ahuyentaré un rato el sueño, tal vez al perderlo gane algo.
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