El despertador me odia porque, en vez de dejarlo hacer su trabajo, le robo horas de sueño al desactivarlo antes de lo previsto… mañana prometo darle otra oportunidad.
El sol no se asoma en mi ventana a temprana hora porque es la oscuridad quien me despierta sin necesidad de irradiar luz alguna… lo acepto, mis días comienzan de noche.
Los vecinos no soportan el volumen 25 de mi estéreo, quien también me detesta porque sus bocinas están a punto de estallar… de mis oídos mejor ni hablemos.
El nutriólogo ya me hubiera regañado porque comer en 10 minutos, dos veces al día, no es alimentarse debidamente… ¿las dietas involuntarias también funcionarán?
El entrenador deportivo me vería con ojos amenazantes porque dormir cinco horas los fines de semana, acompañados por algunas cervezas y tequila, no es lo mejor para llegar de pie a la meta en las carreras... me pregunto si habrá entrenamientos alternativos.
Mis tenis me reclaman correr, pero les respondo abandonándolos debajo de la cama para que vivan acompañados del olvido… el polvo les tapará la boca.
El psicólogo me tendría en terapia intensiva, pero hay mejores formas de gastar el dinero… la crisis existencial también redunda en crisis monetaria.
El diablito, a mi costado derecho, me pide decir y hacer, y el angelito, volando a mi izquierda, me sugiere todo lo contrario… a ambos los mandé al carajo.
Quiero volverme loco... o cuerdo, ¿qué será peor?
La aburrición se aburrió de mí, pero me importa un bledo, antes de eso ya le era indiferente… yo la jodí primero.
A veces la música saca de apuros, pero uno insiste en el masoquismo… ¿quién demonios inventó el botón PREV del control remoto?
Las palabras me exigen ser escritas, pero mi mejor argumento es la indiferencia puesta en la hoja en blanco… si me reclaman, les estamparé un sello de clausura.
La inspiración me sacó la lengua y me dejó aquí sentado… pero la venganza literaria le llegó al aplicarle esta sarta de líneas maltrechas.
Al chutarme estos párrafos no tengo el mínimo grado de frustración o enojo… ¡¡¡Y HAY DE AQUEL QUE LO ME RESTRIEGUE EN LA CARA!!! (tampoco suelo gritar).
He llegado a pensar que odio ser sarcástico… ajá.
Por hoy me retiro de la computadora, no vine para delatarme, y menos decirle a alguien que me gusta con una pequeña dosis de exceso, pero claro, en ocasiones uno no puede abrir la boca porque… ¡cállate estúpida conciencia, vete a molestar a otra parte! (¿Por qué mandé al carajo al diablito que me susurraba al oído?).
El sol no se asoma en mi ventana a temprana hora porque es la oscuridad quien me despierta sin necesidad de irradiar luz alguna… lo acepto, mis días comienzan de noche.
Los vecinos no soportan el volumen 25 de mi estéreo, quien también me detesta porque sus bocinas están a punto de estallar… de mis oídos mejor ni hablemos.
El nutriólogo ya me hubiera regañado porque comer en 10 minutos, dos veces al día, no es alimentarse debidamente… ¿las dietas involuntarias también funcionarán?
El entrenador deportivo me vería con ojos amenazantes porque dormir cinco horas los fines de semana, acompañados por algunas cervezas y tequila, no es lo mejor para llegar de pie a la meta en las carreras... me pregunto si habrá entrenamientos alternativos.
Mis tenis me reclaman correr, pero les respondo abandonándolos debajo de la cama para que vivan acompañados del olvido… el polvo les tapará la boca.
El psicólogo me tendría en terapia intensiva, pero hay mejores formas de gastar el dinero… la crisis existencial también redunda en crisis monetaria.
El diablito, a mi costado derecho, me pide decir y hacer, y el angelito, volando a mi izquierda, me sugiere todo lo contrario… a ambos los mandé al carajo.
Quiero volverme loco... o cuerdo, ¿qué será peor?
La aburrición se aburrió de mí, pero me importa un bledo, antes de eso ya le era indiferente… yo la jodí primero.
A veces la música saca de apuros, pero uno insiste en el masoquismo… ¿quién demonios inventó el botón PREV del control remoto?
Las palabras me exigen ser escritas, pero mi mejor argumento es la indiferencia puesta en la hoja en blanco… si me reclaman, les estamparé un sello de clausura.
La inspiración me sacó la lengua y me dejó aquí sentado… pero la venganza literaria le llegó al aplicarle esta sarta de líneas maltrechas.
Al chutarme estos párrafos no tengo el mínimo grado de frustración o enojo… ¡¡¡Y HAY DE AQUEL QUE LO ME RESTRIEGUE EN LA CARA!!! (tampoco suelo gritar).
He llegado a pensar que odio ser sarcástico… ajá.
Por hoy me retiro de la computadora, no vine para delatarme, y menos decirle a alguien que me gusta con una pequeña dosis de exceso, pero claro, en ocasiones uno no puede abrir la boca porque… ¡cállate estúpida conciencia, vete a molestar a otra parte! (¿Por qué mandé al carajo al diablito que me susurraba al oído?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario