Otra vez alo y el futbol. Es fin de semana y hay que relajarse con algo divertido. Para tal efecto, encontré en los puestos de periódicos, en primera plana y a todo color, nada más y nada menos que a Ego Sánchez, ese personaje épico de leyendas madrileñas que en sus años mozos solía anotar goles a diestra y siniestra, acto seguido de una maroma para festejar el momento más sublime del pambol.
Ya sabemos que esto del deporte-religión en México a veces se convierte en un lavadero al más puro estilo de Ventaneando, incluso resulta más entretenido escuchar las declaraciones fuera de las canchas que lo ocurrido dentro de ellas, al menos algunas sabias declaraciones divierten más que un juego de 90 minutos digno del mejor bostezo.
Entonces el distinguido ciudadano Sánchez soltó sus mejores argumentos de por qué lo habían mandado por un tubo de la banca nacional. Seguramente le tomó más de un mes sacar sus conclusiones, ya que para dar con ellas requirió de una enorme sabiduría, un amplio conocimiento deportivo y una ardua investigación. Sí, cómo no. Bien dice el dicho: “si no puedes convencerlos, confúndelos”. Pues ahora el mundo de las excusas se plantó en sus labios para soltar un verbo tan patético como aburrido.
Pero la pregunta del millón es: ¿cuál fue la causa para haberle dado aire al susodicho del cargo de técnico de la selección? Ah, pues fue por esto, lo otro, él dice, yo me río... tan fácil es la respuesta, que seguramente le tomará otro mes dar con ella. No se fue por el tamaño de su lengua que rebasó sus acciones como jefe de 11 sujetos vestidos de verde, sino porque al no calificar a las olimpiadas, las televisoras que se llenan los bolsillos de billetes a costa de la selección mexicana de futbol no verán ni un centavo en sus arcas, consecuencia de todo lo perdido en publicidad contratada.
¡Ah verdad! Soy un sabio, un gurú, mi conclusión es un parteaguas en el mundo deportivo internacional, me doy miedo... ¡patrañas! Cualquier individuo con un mínimo de conciencia futbolera en este país sabe que detrás de la ilusión deportiva vendida cada semana (y en un nivel maximizado cada seis años) el negocio es el mandón. Esto no significa que el pambol sea para mí algo nocivo o maléfico, al contrario, si se trata de deporte, yo soy el primero apuntado, pero de eso a que nos hagan un coco wash con el argumento de levantar próximamente la copa del mundo... mejor cuéntenme uno de Pepito. Y cuando el regreso a la realidad nos golpea, se acusa a todos menos a los responsables, porque claro, ellos no hicieron nada.
En fin, ya no sé por qué escribo de estos temas tan vanos pero divertidos. ¿Será que últimamente la inspiración se fue de vacaciones, o tal vez el desvelo de anoche dejó crudas a mis neuronas? Lo único cierto es que si tanto se ponen estrictos con el anti-doping para los deportistas, sería buena medida aplicarlo también a otros antes de abrir la boca... y créanme, ya tengo al primer candidato esperando en la fila.
Ya sabemos que esto del deporte-religión en México a veces se convierte en un lavadero al más puro estilo de Ventaneando, incluso resulta más entretenido escuchar las declaraciones fuera de las canchas que lo ocurrido dentro de ellas, al menos algunas sabias declaraciones divierten más que un juego de 90 minutos digno del mejor bostezo.
Entonces el distinguido ciudadano Sánchez soltó sus mejores argumentos de por qué lo habían mandado por un tubo de la banca nacional. Seguramente le tomó más de un mes sacar sus conclusiones, ya que para dar con ellas requirió de una enorme sabiduría, un amplio conocimiento deportivo y una ardua investigación. Sí, cómo no. Bien dice el dicho: “si no puedes convencerlos, confúndelos”. Pues ahora el mundo de las excusas se plantó en sus labios para soltar un verbo tan patético como aburrido.
Pero la pregunta del millón es: ¿cuál fue la causa para haberle dado aire al susodicho del cargo de técnico de la selección? Ah, pues fue por esto, lo otro, él dice, yo me río... tan fácil es la respuesta, que seguramente le tomará otro mes dar con ella. No se fue por el tamaño de su lengua que rebasó sus acciones como jefe de 11 sujetos vestidos de verde, sino porque al no calificar a las olimpiadas, las televisoras que se llenan los bolsillos de billetes a costa de la selección mexicana de futbol no verán ni un centavo en sus arcas, consecuencia de todo lo perdido en publicidad contratada.
¡Ah verdad! Soy un sabio, un gurú, mi conclusión es un parteaguas en el mundo deportivo internacional, me doy miedo... ¡patrañas! Cualquier individuo con un mínimo de conciencia futbolera en este país sabe que detrás de la ilusión deportiva vendida cada semana (y en un nivel maximizado cada seis años) el negocio es el mandón. Esto no significa que el pambol sea para mí algo nocivo o maléfico, al contrario, si se trata de deporte, yo soy el primero apuntado, pero de eso a que nos hagan un coco wash con el argumento de levantar próximamente la copa del mundo... mejor cuéntenme uno de Pepito. Y cuando el regreso a la realidad nos golpea, se acusa a todos menos a los responsables, porque claro, ellos no hicieron nada.
En fin, ya no sé por qué escribo de estos temas tan vanos pero divertidos. ¿Será que últimamente la inspiración se fue de vacaciones, o tal vez el desvelo de anoche dejó crudas a mis neuronas? Lo único cierto es que si tanto se ponen estrictos con el anti-doping para los deportistas, sería buena medida aplicarlo también a otros antes de abrir la boca... y créanme, ya tengo al primer candidato esperando en la fila.
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