Por el puro gusto de escuchar aproximadamente 100 veces una canción, he
llegado a convencerme que "It's late" (original de Queen, pero
magistralmente interpretada por John Bush y Scott Ian, de Anthrax) está hecha
justo a la medida de este sujeto que ahora escribe.
Son de esas pedradas musicales que uno acepta a altos decibeles
retumbándole en los oídos mientras la memoria apunta a cierta persona que,
dicho sea de paso, le sacude a uno las neuronas de fea forma. Como sea, Brian
May se voló la barda al componer semejante rola y ahora, 35 años después de su
nacimiento, alguien la reproduce interminablemente.
Son de esas historias que en 6:17 resumen aquello que a veces quieres
gritar a todo pulmón aunque los vecinos te odien por quebrantarles su
tranquilidad unos instantes, pero créanme, en verdad lo vale. Y si por mera
curiosidad buscan la letra de la susodicha canción para revelar lo que a este
tipo le pasa por la cabeza, sólo les pido un gran favor: súbanle al volumen
hasta que las bocinas imploren piedad, de lo contrario no surtirá efecto.
Finalmente, y a manera de confesión, acepto mis debilidades respecto al
tema, pero como decía mi hermano al verme despertar los domingos a las 5 de la
mañana para ir a correr: ¡Qué necesidad! Bueno, ya, no presumo demasiado de
ello, vayan a pensar que estoy más loco de lo que aparento.
En fin, si alguien la ve (que no creo), la conoce (lo cual dudo
demasiado) o sabe de ella (igualmente imposible), díganle que en este universo
atiborrado de planetas, estrellas, constelaciones, astros, basura espacial y
demás artilugios de uso cotidiano, existe un loco que corre que la quiere bien
y lo demás es lo de menos.
¡Pero lo olvidaba! Y aquí es donde nuevamente entra en escena la
mentada pero extraoridania rola: It's late, it's late, it's late, it's late,
it's late, it's late, it's late... ¡Ooooh, so too late!
NOTA: para plasmar esta sincera verborrea, no fue necesaria una jarra
de cebada ni cinco litros de pulque, rompope, ron, tequila, tepache o cualquier
bebida espirituosa que hiciera dudar de mi cordura (elemento que, desde luego,
no existe en mi persona). Todo se lo debo a una persona que me fomenta la
locura y a pesar de la distancia, el tiempo y las historias, habita en mi mente
sin saber por qué.
Eso sí, de lo único que me congratulo es del marcador hasta ahora:
Alejandro 1-0 Psicología. ¡Freud, no eres invencible! Y vámonos porque faltan
otras 100 veces por escuchar la canción (lo que hacen ocho letras)...
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