martes, 26 de abril de 2011

Un bicentenario olvidado y sin luz

Todos los días es lo mismo. Ya hasta es objeto de burlones comentarios y, quizás en lo más profundo de nuestro pensamiento colectivo, de una decepción y coraje dedicados a quienes idearon semejante absurdo. Cotidianamente, cuando no hay tema de conversación, los que pasamos por ahí vemos una gran pared blanca que esconde tras de sí una construcción inconclusa y las palabras no dan tregua alguna: “hasta parece que excarvan de día y rellenan el hueco de noche”, dicen algunos; “pero de seguro ya estará lista para el tricentenario”, aseguran otros más.

Se trata del monumento llamado Estela de Luz, ubicado en Paseo de la Reforma, a la altura de las Rejas de los Leones de Chapultepec, proyecto emblemático que daría cuenta del hoy olvidado bicentenario, pero cuya fecha de estreno (16 de septiembre de 2010) quedó como simple dato anecdótico. Su costo, que ascendió a mil 35 millones 880 mil pesos, dejó claro el despilfarro económico que hubo en pos de tan sonado festejo y que hoy día vive en el mejor de los olvidos.

¿Y qué hay del Coloso Bicentenario, aquel monigote de 20 metros con cara de nadie que desfiló para ser aplaudido y actualmente vive arrumbado en un patio de algún edificio de la SEP? ¿Qué pasó con el Parque Bicentenario que tuvo una inversión de mil millones de pesos y todavía está inconcluso? ¿O con los relojes de cuenta regresiva que costaron 11 millones de pesos y actualmente no funcionan más?

Sin embargo, y más allá de querer hacer de la fiesta un buen pretexto, la rendición de cuentas y la transparencia para tal evento resultan tan opacas como el agua de una alcantarilla. ¿Y todo para qué? ¿Cuál es la aportación cultural que nos ofrecen dichas obras? ¿Tanto dinero no hubiera servido mejor para programas sociales? Pero como el “hubiera” no existe, fuimos testigos del "colosal" gasto cuyo destino irremediable fue el cesto de basura. Lo que sí existe, y me apena decirlo, es la desmemoria mexicana.

En fin, que mientras en 2010 tuvimos el bicentenario hasta en la sopa, el presente año algunos diputados revisarán por qué no se han terminado las obras. ¿Se necesitará ser mago para saberlo? La respuesta ya la dio Esthela Damián, presidenta de la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados: “el bicentenaro fue la festividad de la corrupción”. ¿Así o más claro?

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