Hoy nos despertaron más temprano que de costumbre y afuera hace frío. El tipo que nos quitó del aparador donde solíamos descansar nos dijo que valdría la pena abandonar ese sitio tan cómodo porque él nos daría un mejor uso, aunque tal vez algún día nuestro destino será acabar empolvados debajo de la cama cual reliquia deportiva. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a colaborar con su propósito del día y a devorarnos el asfalto hasta ver cumplida la meta.
Salimos. Las avenidas principales, oscuras y solitarias, descansan del tráfico cotidiano, sin embargo, algunas de ellas no lo harán de nuestro andar. En el punto de reunión, un doble nudo casi nos ahorca, pero es para mantener seguro el paso constante del cual seremos responsables por un par de horas. A nuestro alrededor vemos varios colegas listos para el arranque y parece que otros más vinieron más a fuerza que por gusto, pues se les nota nerviosos o quizás hasta desvelados. No importa, todos venimos con el objetivo de pasar un buen rato y estando aquí ya nadie puede rajarse.
A nuestro alrededor observamos una pasarela de compañeros y compañeras en su momento de concentración plena: los hay de tamaños, colores, marcas y hasta con tecnología aplicada. Incluso hay junto a nosotros un par que llama nuestra atención por la delicadeza de su suela, lo estilizado de su logo, el contorno de sus curvas y el suave andar que los hace mover pausadamente.
Pero el disparo de salida sonó puntual y aquí vamos. El sujeto que nos puso en marcha enciende la música mientras nos abrimos paso entre adoquines, banquetas y charcos. Efectivamente, comprobamos que venir no estuvo del todo mal, pues el paisaje de un Chapultepec mañanero bien vale la pena vivirlo: monumentos históricos y la tranquilidad del lago hasta hace ponernos de buenas.
El ambiente es magnífico, aunque de repente nos castigan porque se atraviesa una subida que nos obliga a sudar y aplicar un esfuerzo extra. Pero quejarnos no resultaría. Advertidos estábamos de que el asunto no sería sencillo y ni modo, debemos aguantar a pie firme.
Los kilómetros avanzan y empezamos a cansarnos. Un desayuno no caería nada mal, incluso irnos a descansar otro rato, pero escogimos este estilo de vida y hubo quien nos tomó la palabra. Llevamos más de dos horas y continuamos contando pasos. La experiencia no ha sido mala en lo absoluto, es más, hoy ni siquiera hubo ampollas qué lamentar o provocadas por nuestro mal humor.
Ya son las 9 de la mañana y sólo nos faltan unos metros por cubrir. Varias personas a nuestro alrededor aplauden y nuestro dueño se nota un tanto agotado. La distancia sobrepasó sus límites pero le echamos la mano —o mejor dicho, los dos pies— para lograrlo. A lo lejos vemos un arco que anuncia la meta y entonces el cronómetro detendrá su marcha. ¡Lo hicimos! Después del ajetreo vivido es justo un descanso, aunque al voltear nuestra mirada hacia arriba sólo vemos a alguien que nos sonríe y amenaza con repetir la experiencia pronto, muy pronto…
Así transcurrió el primer domingo del mes de septiembre y nosotros por ahora estamos de vacaciones. Somos el par que aguanta las embestidas del pavimento, la tierra y la arcilla; los mismos que dan cuenta de la experiencia única llamada running, y quienes quedan en espera de ver llegar muchos más circuitos por conquistar.
Salimos. Las avenidas principales, oscuras y solitarias, descansan del tráfico cotidiano, sin embargo, algunas de ellas no lo harán de nuestro andar. En el punto de reunión, un doble nudo casi nos ahorca, pero es para mantener seguro el paso constante del cual seremos responsables por un par de horas. A nuestro alrededor vemos varios colegas listos para el arranque y parece que otros más vinieron más a fuerza que por gusto, pues se les nota nerviosos o quizás hasta desvelados. No importa, todos venimos con el objetivo de pasar un buen rato y estando aquí ya nadie puede rajarse.
A nuestro alrededor observamos una pasarela de compañeros y compañeras en su momento de concentración plena: los hay de tamaños, colores, marcas y hasta con tecnología aplicada. Incluso hay junto a nosotros un par que llama nuestra atención por la delicadeza de su suela, lo estilizado de su logo, el contorno de sus curvas y el suave andar que los hace mover pausadamente.
Pero el disparo de salida sonó puntual y aquí vamos. El sujeto que nos puso en marcha enciende la música mientras nos abrimos paso entre adoquines, banquetas y charcos. Efectivamente, comprobamos que venir no estuvo del todo mal, pues el paisaje de un Chapultepec mañanero bien vale la pena vivirlo: monumentos históricos y la tranquilidad del lago hasta hace ponernos de buenas.
El ambiente es magnífico, aunque de repente nos castigan porque se atraviesa una subida que nos obliga a sudar y aplicar un esfuerzo extra. Pero quejarnos no resultaría. Advertidos estábamos de que el asunto no sería sencillo y ni modo, debemos aguantar a pie firme.
Los kilómetros avanzan y empezamos a cansarnos. Un desayuno no caería nada mal, incluso irnos a descansar otro rato, pero escogimos este estilo de vida y hubo quien nos tomó la palabra. Llevamos más de dos horas y continuamos contando pasos. La experiencia no ha sido mala en lo absoluto, es más, hoy ni siquiera hubo ampollas qué lamentar o provocadas por nuestro mal humor.
Ya son las 9 de la mañana y sólo nos faltan unos metros por cubrir. Varias personas a nuestro alrededor aplauden y nuestro dueño se nota un tanto agotado. La distancia sobrepasó sus límites pero le echamos la mano —o mejor dicho, los dos pies— para lograrlo. A lo lejos vemos un arco que anuncia la meta y entonces el cronómetro detendrá su marcha. ¡Lo hicimos! Después del ajetreo vivido es justo un descanso, aunque al voltear nuestra mirada hacia arriba sólo vemos a alguien que nos sonríe y amenaza con repetir la experiencia pronto, muy pronto…
Así transcurrió el primer domingo del mes de septiembre y nosotros por ahora estamos de vacaciones. Somos el par que aguanta las embestidas del pavimento, la tierra y la arcilla; los mismos que dan cuenta de la experiencia única llamada running, y quienes quedan en espera de ver llegar muchos más circuitos por conquistar.
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