Tanto alboroto por unas camionetas. ¿Acaso no se dan cuenta que es para transportar a los maestros a zonas de difícil acceso en las lejanas serranías? ¿Por qué dudar de los argumentos de la vitalicia maestra cuando dice que no son regalos, sino parte de una rifa para mejorar la educación en México? Si sólo se gastaron 22 millones de pesos, porque las susodichas Hummer son versión austera, ni blindaje tienen, ¿cuál de lujo? No exageren.
Pues así se las gastan algunos personajes de la farándula política en México, donde todo pasa y nada sucede. Lo que es de llamar la atención es el toque de cinismo con que se hace lo que antes se procuraba tener más escondidito. Ya no sé si llorar o reír. Desde luego es un insulto ser testigo de tales detallazos mientras otros rubros sociales se caen a pedazos, si no es que ya están por los suelos.
Pero no menos se puede esperar de algunos servidores públicos que, con tal de mantener fieles a sus allegados, son capaces hasta de decir lo que no dijeron, total, los medios de comunicación siempre tienen la culpa. Ajá, cómo no, ¿y nosotros nos chupamos el dedo? Eso de andar de espléndida para luego cambiar la versión de que “son para una rifa” que se lo crean en su pueblo (aunque incluso en las provincias más recónditas ya no son tan inocentes) ¿Acaso es absolutamente necesario transportarse en camionetas Hummer? ¿No valdría más apoyar a niños que deben caminar varios kilómetros para ir a la escuela en zonas marginadas?
Curiosamente quien se da esos lujos es la jefa de jefas en el ámbito de la educación nacional donde, dicho sea de paso, predomina un nivel paupérrimo y el inframundo nos queda muy grande. ¡Bravo maestra, usted sí sabe predicar con el ejemplo! Me pregunto si algún día las futuras generaciones conocerán a través de los libros de texto su admirable labor social entregada a los mexicanos.
No nos alarmemos pues. Mejor fumemos un buen habano mezclado con hierbas exóticas e imaginemos un México donde las plazas laborales se ganan y no se venden; un país en el que la educación se codea con la de primer mundo porque sus líderes son capaces de rifársela antes que ser fieles como perritos falderos y doblar las manos ante una “limosna material bien merecida”.
Respecto al asunto, hoy leí algunos foros en distintas páginas web, y la gente concordaba en que el “caso Hummer” es sólo un eslabón más de la corrupción que en México anda muy de moda. Y me uno a la voz de muchos más para denunciar lo patético que es ver a millones necesitados mientras a un puñado de sujetos —que dicen llamarse servidores públicos— se les desbordan los billetes de los bolsillos y hacen gala de ellos de maneras vergonzosas. Me imagino que han de ser sus ahorros de años de trabajo... cómo no.
Por cierto, y a propósito de tanto teatro social aberrante donde participan actores y actrices de muy extraña estirpe, una opinión en particular llamó mi atención. Era una persona que, estacionada en el hartazgo a causa de los detalles negativos que se viven actualmente en el país, reflexionaba acerca de fechas históricas sucedidas cada 100 años, donde las revueltas han promovido un cambio social radical: 1810, independencia de México; 1910, revolución mexicana; ¿2010? Faltan menos de dos años, y como está la situación...
Pues así se las gastan algunos personajes de la farándula política en México, donde todo pasa y nada sucede. Lo que es de llamar la atención es el toque de cinismo con que se hace lo que antes se procuraba tener más escondidito. Ya no sé si llorar o reír. Desde luego es un insulto ser testigo de tales detallazos mientras otros rubros sociales se caen a pedazos, si no es que ya están por los suelos.
Pero no menos se puede esperar de algunos servidores públicos que, con tal de mantener fieles a sus allegados, son capaces hasta de decir lo que no dijeron, total, los medios de comunicación siempre tienen la culpa. Ajá, cómo no, ¿y nosotros nos chupamos el dedo? Eso de andar de espléndida para luego cambiar la versión de que “son para una rifa” que se lo crean en su pueblo (aunque incluso en las provincias más recónditas ya no son tan inocentes) ¿Acaso es absolutamente necesario transportarse en camionetas Hummer? ¿No valdría más apoyar a niños que deben caminar varios kilómetros para ir a la escuela en zonas marginadas?
Curiosamente quien se da esos lujos es la jefa de jefas en el ámbito de la educación nacional donde, dicho sea de paso, predomina un nivel paupérrimo y el inframundo nos queda muy grande. ¡Bravo maestra, usted sí sabe predicar con el ejemplo! Me pregunto si algún día las futuras generaciones conocerán a través de los libros de texto su admirable labor social entregada a los mexicanos.
No nos alarmemos pues. Mejor fumemos un buen habano mezclado con hierbas exóticas e imaginemos un México donde las plazas laborales se ganan y no se venden; un país en el que la educación se codea con la de primer mundo porque sus líderes son capaces de rifársela antes que ser fieles como perritos falderos y doblar las manos ante una “limosna material bien merecida”.
Respecto al asunto, hoy leí algunos foros en distintas páginas web, y la gente concordaba en que el “caso Hummer” es sólo un eslabón más de la corrupción que en México anda muy de moda. Y me uno a la voz de muchos más para denunciar lo patético que es ver a millones necesitados mientras a un puñado de sujetos —que dicen llamarse servidores públicos— se les desbordan los billetes de los bolsillos y hacen gala de ellos de maneras vergonzosas. Me imagino que han de ser sus ahorros de años de trabajo... cómo no.
Por cierto, y a propósito de tanto teatro social aberrante donde participan actores y actrices de muy extraña estirpe, una opinión en particular llamó mi atención. Era una persona que, estacionada en el hartazgo a causa de los detalles negativos que se viven actualmente en el país, reflexionaba acerca de fechas históricas sucedidas cada 100 años, donde las revueltas han promovido un cambio social radical: 1810, independencia de México; 1910, revolución mexicana; ¿2010? Faltan menos de dos años, y como está la situación...
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