A veces
repasamos la historia y damos cuenta de episodios lejanos que son memoria de
acontecimientos funestos y desde aquí, instalados en la lejanía, sencillamente
damos vuelta a la página.
Hoy es
diferente, pues resulta que nosotros somos parte de este capítulo llamado 2020
recordado a partir de ya por quienes estamos inmersos en la supervivencia de su
agonía. El golpe de timón aconteció entre sus manos y marcó la pauta de un
aprendizaje a punta de tragedia, pero también de sucesos que nos mantienen a
flote.
Cambiamos
las risas por las cifras, los planes por la incertidumbre, la rutina por el
miedo y la libertad por las alertas. Pero seguimos, a pesar de los pesares y la
marcha que a veces no muestra rumbo alguno. Tenemos a nuestros cercanos, aquí
en casa o allá a la distancia; también a los que habitan en la memoria y
acudimos para salvaguardarnos desde cualquier plegaria.
Al
escribir estas líneas soy afortunado, como tú que también puedes leerlas.
Agradezcamos, valoremos, entreguemos una lágrima en silencio y continuemos.
Este ciclo fue extraordinario, inusual y cualquier adjetivo le quedaría corto;
habrá que clausurarlo con el rigor del aprendizaje que nadie esperaba, pero nos
llegó de golpe.
Que cada
amanecer cobre nueva vida en nosotros y las ilusiones se mantengan vigentes.
Los abrazos llegarán, así como el momento de sabernos libres nuevamente. Desde
aquí van los buenos deseos, aquellos que cada fecha como esta se renuevan, pero
hoy más que nunca necesitamos que trasciendan en realidad.
Encontraremos luz al final del túnel y ahí estará 2021.
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